La bomba de Hitler
Hoy, a 60 años del bombardeo atómico norteamericano contra las ciudades abiertas de Hiroshima y Nagasaki, corresponde hacer un minucioso análisis de los rumores que durante mucho tiempo han corrido acerca de la supuesta bomba atómica que los nazis estuvieron a punto de (¿o lograron?) construir, y que, según rumores, iba en camino a Japón a bordo de un submarino alemán.
Las bombas atómicas que se lanzaron sobre Japón en agosto de 1945 fueron el fruto de un enorme esfuerzo de guerra realizado por los norteamericanos, los ingleses y muchos científicos emigrados. Este esfuerzo recibió el nombre en código de "Proyecto Manhattan". El Proyecto Manhattan se vio obligado a superar grandes obstáculos y recién llegó a poder probar su primera bomba atómica luego de la rendición alemana en mayo de ese año. La principal motivación de esos científicos al comenzar el proyecto (en 1941) fue la posibilidad de verse inmersos en una carrera con sus similares alemanes por poner a punto la fisión nuclear con fines bélicos.
Incluso Albert Einstein estuvo involucrado en el proyecto: en 1939 envió una carta al presidente Roosevelt urgiéndolo a tomar en serio la posibilidad de desarrollar armas nucleares. En diciembre de 1943, el físico sueco Niels Bohr visitó el lugar donde se llevaba a cabo el Proyecto Manhattan (un sitio llamado Los Álamos) para ofrecer tanto su apoyo moral como científico. Sin embargo, cuando la guerra terminó, quedó claro que los alemanes no poseían armas nucleares como las que se utilizaron contra Japón.
Erich Bagge, miembro del Proyecto Uranio nazi
El "Proyecto Uranio" de los alemanes, que había comenzado en 1939, tenía como objetivo investigar el diseño y construcción de reactores nucleares, la separación de isótopos y el armado de explosivos atómicos. El proyecto completo contaba con no más de una docena de científicos desparramados por todo el país. Muchos de ellos ni siquiera eran full time, dedicando a estas investigaciones poco más que sus ratos libres. El Proyecto Manhattan, por el contrario, empleó a miles de científicos, ingenieros y técnicos, y su costo se elevó a varios miles de millones de dólares.
No es sorprendente, entonces, que los historiadores hayan llegado a la conclusión de que Alemania no estaba ni siquiera cerca de construir un artefacto nuclear funcional. Sin embargo, cierto material histórico recién descubierto complica la historia... y la hace mucho más interesante.
Placa conmemorativa en Los Álamos, sitio de la primera detonación nuclear
El historiador alemán independiente Rainer Karlsch es el autor del libro Hitlers Bombe ("La bomba de Hitler", publicado por Deutsche Verlags-Anstalt), el primero que se ha dedicado en profundidad a investigar si Hitler tuvo en verdad su bomba atómica. Mark Walker, por su parte, es profesor en el Departamento de Historia del Union College de Schenectady, Nueva York. Juntos han publicado un extraordinario artículo titulado New light on the Hitler´s Bomb ("Nueva luz sobre la bomba de Hitler) que es la base del Zapping de hoy.
Hitler y su sueño: volatilizar Nueva York
Los conocimientos de que dispusimos y disponemos acerca del proyecto alemán de armas nucleares durante la Segunda Guerra Mundial han ido cambiando a lo largo del tiempo. Esto se debe a que paulatinamente han ido apareciendo nuevas fuentes de información antes desconocidas. Por ejemplo, en 1992 el gobierno británico publicó transcripciones de conversaciones grabadas en secreto entre diez científicos alemanes que se encontraban prisioneros en Farm Hall (Cambridge, Inglaterra) en 1945.
Con la excepción de uno (Max van Laue), todos los demás habían estado trabajando en el Proyecto Uranio de Hitler. Sus nombres eran Erich Bagge, Kurt Diebner, Walther Gerlach, Otto Hahn, Paul Harteck, Werner Heisenberg, Horst Korschning, Carl Friedrich von Weizsäcker y Karl Wirtz.
Lo más interesante de las grabaciones es la enorme sorpresa con que los científicos tomaron la noticia de que el Japón había sido bombardeado con armas nucleares. Increíblemente, ellos estaban convencidos de que se encontraban muy por delante de los norteamericanos en lo que respecta a la carrera nuclear.
Otro material aún más misterioso apareció en 2002: los Archivos Niels Bohr de Copenhague publicaron ciertos borradores de cartas escritas por el propio Bohr a fines de los años ´50. Las cartas trataban acerca de una visita que Heisenberg y von Weizsäcker hicieron a la Dinamarca ocupada por los nazis en septiembre de 1941. Después de la guerra, ambos científicos alemanes juraban que sólo habían viajado para visitar a Bohr, ayudarlo y convencerlo de que se sumara al esfuerzo nuclear alemán. Pero en las cartas, Bohr niega que los actos o las motivaciones de los físicos alemanes hayan sido así de nobles. Hay una obra de teatro ("Copenhague", de Michael Frayn) que gira en torno a las intrigas que implicó esa extraña visita.
Niels Bohr, Werner Heisenberg y Wolfgang Pauli en amable tertulia
Hoy, tenemos una nueva vuelta de tuerca sobre el asunto, que depende de algunos documentos recientemente descubiertos en archivos rusos, entre los que se encuentran varios provenientes del Instituto de Física Kaiser Wilhelm de Berlín. Hay cuatro papeles particularmente notables entre este material: un reporte oficial firmado por von Weizsäcker luego de un viaje a Copenhague en marzo del 41; un borrador de la solicitud de una patente pedida por él el mismo año; una solictud revisada de noviembre, y el texto de una conferencia para el público general dada por Heisenberg en junio de 1942.
Carl Friedrich von Weizsäcker, fallido padre de la bomba atómica alemana
Karlsch se ha basado mayormente en esa documentación (así como en muchas otras fuentes) para su libro "La bomba de Hitler", publicado en marzo de 2005. La obra motorizó un intenso debate acerca de qué tan avanzados se encontraban los alemanes en su proyecto de lograr construir armas nucleares, y de qué tipo y qué tan eficientes eran o hubieran sido dichas armas. Investigando junto con el periodista Heiko Petermann, Karlsch descubrió que un grupo de científicos alemanes habían llevado a cabo un experimento (del que nada se supo nunca hasta el día de hoy) destinado a investigar un reactor nuclear en Turingia (Alemania Oriental). Los germanos probaron también algún tipo de artefacto en el mismo lugar, en el mes de marzo de 1945. De acuerdo con las declaraciones de testigos oculares, que rompieron el silencio a fines de ese mes y otra vez veinte años después, los científicos mataron en esas pruebas a varios cientos de prisioneros de guerra y personas sacadas de los campos de concentración. A pesar de que no queda claro si el artefacto funcionó como se esperaba, estaba claramente diseñado para usar tanto reacciones de fisión como de fusión. Era, por lo tanto, un arma nuclear.
A partir de la publicación de "La bomba de Hitler", otro documento apareció, esta vez proveniente de un archivo privado. Escrito inmediatamente después de la guerra en alguna parte de Europa, y sin fechar, muestra el único dibujo conocido de una bomba nuclear alemana.
A lo largo de los años, varios autores llegaron a la conclusión de que Heisenberg y sus colegas nunca entendieron en realidad cómo se suponía que funcionaba una bomba nuclear. Entre estos autores se encuentra el físico norteamericano Samuel Goudsmit, que, en 1947, publicó los resultados de una investigación ordenada por el Ejército de los Estados Unidos. La misma llevaba el nombre clave de Alsos, y se ocupaba de rastrear los esfuerzos alemanes por producir una bomba nuclear.
Samuel Goudsmit, poco creyente en la capacidad de los científicos nazis
Otro historiador, Paul Lawrence Rose, llega a la misma conclusión en su libro Heisenberg and the Nazi Atomic Bomb Project 1939-1945 ("Heisenberg y el proyecto de la bomba atómica nazi 1939-1945" , 1998). Estos estudiosos arguyen que los nazis nunca llegaron a comprender del todo la física de la reacción en cadena en una fisión nuclear, en la cual los neutrones rápidos emitidos por un núcleo de uranio-235 o de plutonio-239 disparan sucesivas reacciones de fisión. Tanto Goudsmit cuanto Rose dicen también que los alemanes nunca se dieron cuenta de que el plutonio puede usarse también como explosivo nuclear.
Una hipótesis espeluznante: la V2 de von Braun con la bomba de Heisenberg y Gerlach en la proa
Las críticas acerca de la supuesta incompetencia de los físicos alemanes se ven reforzadas —aparentemente— por las conversaciones grabadas en Farm Hall, que revelan que Heisenberg respondió a las noticias de Hiroshima calculando erróneamente la masa crítica de la bomba en cuestión. Sin embargo, a los pocos días mejoró su método e hizo una estimación mucho más cercana a la realidad. Pero, más allá del error de Heisenberg en Farm Hall, hay otras evidencias que sugieren que los científicos nazis sabían que las bombas atómicas tendrían que usar neutrones rápidos y que tanto el plutonio como el uranio-235 eran materiales fisionables.
Farm Hall, prisión para los físicos nucleares nazis
Por ejemplo, en febrero de 1942, los oficiales del ejército alemán que eran responsables del desarrollo de armamento describieron los progresos del Proyecto Uranio en un informe titulado "Producción de energía a partir del uranio". En ese trabajo, descubierto recién en la década del 80, los militares se basan exclusivamente en los descubrimientos de Hahn, Harteck, Heisenberg y los demás científicos que trabajaban en el proyecto. El reporte termina diciendo que el uranio-235, que constituye sólo el 0,7% de todo el uranio natural —el resto es uranio-238, no fisionable— podría usarse para construir un arma nuclear millones de veces más potente que el mejor explosivo convencional. También argumenta que un reactor nuclear, una vez puesto en marcha, podría producir plutonio, al que describe como "un explosivo de fuerza comparable" a la del uranio. Sigue diciendo que "la masa crítica de un arma semejante sería de entre 10 y 100 kg", lo cual está muy cerca de las estimaciones de los aliados (6 de noviembre de 1941): de 2 a 100 kg. Este dato está registrado en la historia oficial del Proyecto Manhattan, que se conoce como "Informe Smyth".
Paul Harteck, brillante físico alemán
El borrador de la solicitud de patente de von Weizsäcker (1941), que probablemente constituye el más sorprendente de todos los hallazgos hechos en los documentos rusos, deja bien en claro que este científico sí entendía perfectamente tanto las propiedades como las posibles aplicaciones militares del uranio. La patente dice textualmente: "La producción del elemento 94 (el plutonio) en cantidades utilizables en la práctica se lleva a cabo mejor mediante el uso de la ´máquina de uranio´ (el reactor nuclear)". Y sigue: "Es especialmente ventajoso - y es también el principal beneficio de este invento- el hecho de que el elemento 94 así producido pueda ser separado químicamente con facilidad del uranio".
Von Weizsäcker deja asimismo en claro que el plutonio podría usarse en una bomba de gran poder. "Con respecto a la energía por unidad de peso, este explosivo podría ser diez millones de veces más potente que cualquier otro explosivo existente, y sólo comparable con el uranio-235 en estado puro", escribe. Más tarde, en la patente definitiva, von Weizsäcker describe un "proceso para la producción de energía explosiva a partir de la fisión del elemento 94. En ella, el elemento 94 es colocado todo junto en un solo lugar, por ejemplo una bomba, en cantidades tales que la apabullante mayoría de los neutrones producidos por la fisión excite nuevas fisiones y no abandone la masa de material".
Estamos hablando, ni más ni menos, que de la solicitud de patentamiento de una bomba de plutonio.
El 3 de noviembre de 1941, la solicitud fue reenviada con el mismo título: "Extracción técnica de energía, producción de neutrones y manufactura de nuevos elementos mediante la fisión del uranio o elementos pesados semejantes". Esta nueva versión se diferenciaba de la otra en dos puntos importantes: primero, el titular era ahora el Instituto Kaiser Wilhelm en lugar de von Weizsäcker solo. En segundo lugar, se la había censurado minuciosamente, quitando toda mención bombas o explosivos nucleares.
Tall Boy, la bomba de Hiroshima: utilizaba la fisión nuclear del uranio-253
El hecho de expurgarla de toda referencia al armamento estaba reflejando el cambio de suerte de la guerra: en noviembre de 1941 ya no era posible una rápida victoria alemana, al menos no como lo hubiese sido a principios del mismo año. Otra posible explicación es que von Weizsäcker y los suyos cambiaron de opinión, como si su entusiasmo inicial por los usos militares de la fisión nuclear se hubiese esfumado de golpe. Esto apoyaría las declaraciones de posguerra de Heisenberg y de von Weizsäcker en el sentido de que visitaron a Bohr en septiembre del 41 porque experimentaban sentimientos ambivalentes acerca de trabajar en el desarrollo de armas nucleares. Acaso el mayor defensor de esta tesis sea Thomas Powers, con su libro Heisenberg´s War ("La guerra de Heisenberg" ), publicado en 1993.
Horst Korschning, miembro del equipo de Heisenberg
Pero otro de los documentos recién hallados en Rusia (el informe de von Weizsäcker de su visita a Copenhague en la primavera de 1941) sugiere que, al menos por entonces, von Weizsäcker estaba entusiasmado acerca del trabajo con uranio.
Fat Boy, el artefacto de Nagasaki. Usaba la fisión del plutonio
La realidad es que sabemos que luego de la guerra, los científicos daneses que trabajaban en el instituto de Bohr acusaron a Heisenberg y von Weizsäcker de haber actuado como espías para Alemania durante su visita a Copenhague. Debe haber al menos un poco de verdad en esta afirmación, porque en marzo de 1941 (cuando los nazis aún no habían invadido Rusia y la victoria parecía cercana), von Weizsäcker escribió el siguiente informe para la Wehrmacht (el ejército alemán): "La extracción técnica de energía a partir de la fisión del uranio todavía no se está desarrollando en Copenhague. Los daneses saben que Fermi ha comenzado a investigar esta cuestión en particular para los norteamericanos; sin embargo, no han llegado otras noticias desde el inicio de la guerra. Es obvio que el profesor Bohr ignora que nosotros estamos trabajando en ello. Por supuesto, lo alenté en esa creencia... En Copenhague tienen la colección completa de la revista estadounidense Physical Review hasta el número del 15 de enero de 1941. Me traje fotocopias de los artículos más importantes, y arreglamos que la embajada alemana fotocopie o fotografíe todos los números que se importen y nos los manden aquí".
Enrico Fermi, Werner Heisenberg y Wolfgang Pauli
El libro de Karlsch explica lo que ya se sabía del trabajo alemán sobre reactores nucleares y separación de isótopos en tiempos de guerra, y agrega los documentos de los archivos rusos, la historia oral y la arqueología industrial para abrir un nuevo capítulo en la historia de las armas nucleares alemanas. Durante la mayor parte de la guerra, había en Alemania dos grupos trabajando sobre los reactores nucleares: estos dos grupos competían entre sí. Uno de ellos era el que comandaba el físico del ejército Kurt Diebner; el otro, el dirigido por Werner Heisenberg en Leipzig y Berlin.
Mientras que los experimento de Heisenberg usaban capas alternadas de uranio y moderador, el equipo de Diebner había desarrollado un enrejado tridimensional de cubos de uranio incrustados en el moderador. Heisenberg nunca dio a Diebner y sus subordinados el crédito que se merecían por sus descubrimientos, pero se aprovechó del diseño de Diebner para llevar a cabo el último experimento efectuado en Haigerloch, en Alemania sudoccidental.
Kurt Diebner, director del equipo más decidido a construir la bomba y rival de Heisenberg
Karlsch revela ahora que Diebner se las arregló incluso para efectuar aún otro experimento en los últimos meses de la guerra, aunque sus detalles exactos no se conocen. Luego de tomar una serie de mediciones, Diebner escribió una breve carta a Heisenberg, con fecha 10 de noviembre de 1944. En ella le informaba acerca del experimento y le notificaba que había habido problemas con el reactor. Desafortunadamente, no hay otras fuentes escritas acerca de este último experimento con un reactor nuclear efectuado en Gottow. Los estudios de arqueología industrial realizados en el sitio durante 2002 y 2003 sugieren que en ese reactor se produjo una reacción en cadena, que, si bien puede haber sido de muy breve duración, debe haber terminado en un accidente nuclear.
La bomba nazi: se trataba de un híbrido de fisión y fusión (semiatómica, semibomba de hidrógeno). Los neutrones liberados en la reacción de fusión entre el deuterio y el tritio ubicados en el centro del diagrama provocarían una reacción de fisión en el plutonio o uranio ubicados alrededor. Nadie sabe si hubiera funcionado.
Diez años después de finalizada la guerra, Diebner presentó una nueva solicitud de patente para un nuevo tipo de reactor "de dos etapas", que podría haber generado plutonio. Una sección del interior del reactor podía usar uranio enriquecido para alcanzar una reacción en cadena autosustentable (que se retroalimenta a sí misma), mientras que la sección externa (mucho más grande) rodeaba el reactor interno y se mantenía funcionando a niveles subcríticos.
Uno de los reactores construidos por el grupo de Heisenberg
Entonces, se podía extraer el plutonio de la sección interior. Parece ser que la solicitud de patente de Diebner, en 1955, tuvo como origen su último experimento de la guerra.
Más sorprendente - por no decir impactante- es otra revelación del libro de Karlsch: un grupo de científicos subordinados a Diebner en efecto construyeron y probaron un arma nuclear, con el enorme apoyo de Walther Gerlach, un físico nuclear experimental que en 1944 estaba a cargo del Proyecto Uranio para el Consejo de Investigaciones del Reich. En apariencia, Hahn, Heisenberg, von Weizsäcker y la mayoría de los demás científicos del proyecto no estaban informados de la existencia de esta bomba. El artefacto estaba diseñado para funcionar en base a una reacción de fisión, pero no era en realidad una bomba "atómica" como las que se lanzaron contra Nagasaki e Hiroshima. Y a pesar de que también estaba diseñada para aprovechar las reacciones de fusión, tampoco tenía nada que ver con las bombas "de hidrógeno" probadas por los Estados Unidos y la Unión Soviética en los años 50.
Otto Hahn, descubridor de la fisión nuclear
En lugar de ello, se moldeaba una masa de alto explosivo convencional dejándole un hueco en el centro, para enfocar la energía y el calor de la explosión en dirección a un solo punto, en el interior del blindaje. Allí se combinaban pequeñas masas de uranio enriquecido y una fuente de neutrones, todo inmerso en una mezcla de deuterio-tritio. Esta arma debe haber sido más bien una bomba nuclear táctica que estratégica, y en cualquier caso no hubiera podido ganar la guerra para Hitler. No queda claro si este diseño fue exitoso o no, ni si lo que se producía era una fisión o una fusión. Pero lo importante de esto es la revelación de que, en los últimos y desesperados meses de la guerra, un pequeño grupo de científicos estaba tratando de lograrlo.
A poco de concluida la guerra en Europa, un científico austríaco o alemán desconocido escribió un informe que describe el trabajo sobre armas nucleares durante la guerra. Este documento, descubierto por Karlsch después de la publicación de su libro, contiene tanto información precisa acerca de las armas nucleares como así también especulación menos exacta, y parece contener datos acerca del Proyecto Manhatta. Esto se demuestra porque menciona el sustantivo "plutonio", de uso exclusivo en EEUU, mientras que los alemanes siempre se referían al "elemento 94". Lamentablemente la página del título se ha perdido, de modo que no hay evidencias acerca de su autor. Sin embargo, este individuo no parece haber formado parte del grupo principal del Proyecto Uranio alemán ni tampoco del equipo subordinado a Diebner.
Lo que sí demuestra ese papel es que el conocimiento de que el uranio podía aprovecharse para construir nuevas y poderosas armas estaba ampliamente extendido entre la comunidad técnica alemana durante la guerra. Contiene, además, el único diagrama alemán de un arma nuclear que se haya descubierto hasta el día de hoy.
Diagrama original del informe anónimo. Es el único dibujo existente de una bomba nuclear nazi
El diagrama es esquemático, y está, por lo tanto, muy lejos de ser un "plano" práctico para construir una bomba. El anónimo autor menciona incluso la masa crítica para la bomba - algo más de 5 kg de plutonio-. Esta estimación es bastante exacta, porque el uso de un material que refleje los neutrones de nuevo hacia el plutonio reduce la masa crítica necesaria en un factor de 2. Más aún, estos cálculos son altamente significativos, porque ni siquiera el Informe Smyth incluía semejante información detallada.
¿Qué hubiese sucedido si los nazis hubieran logrado hacer sus bombas nucleares y las hubiesen puesto aquí...?
El nuevo informe también es interesante porque deja en claro que los nazis trabajaron intensamente en los asuntos teóricos concernientes a la construcción de una bomba de hidrógeno. Esto está confrmado por otras dos fuentes independientes. Una es la documentación de Erich Schumann, director del Departamento de Investigacón de Armamentos del ejército alemán, que incluye muchos informes y cálculos teóricos acerca de la fusión nuclear. El físico vienés Hans Thirring, por su parte, también desarrolla este tema en su libro The history of the atomic bomb ("La historia de la bomba atómica" ), publicado en el verano de 1946.
Los historiadores, los científicos y el público general han estado debatiendo durate décadas si Heisenberg y von Weizsäcker querían en realidad construir bombas atómicas. Poniéndolos en referencia, los nuevos datos descubiertos cambian nuestra imagen de las armas nucleares nazis. Ninguno de ellos, sin embargo, apoya en modo alguno ni la visión de Heisenberg y sus colegas como luchadores de la resistencia (como cree Powers) ni tampoco la de que eran meros inútiles amantes del nazismo (lo cual opina Rose).
...¿o aquí?
Pero los nuevos documentos y los descubrimientos de Rainer Karlsch colocan a Heisenberg y a von Weizsäcker en un contexto diferente, dejando en claro su ambivalencia acerca de las armas nucleares. Aunque ambos siguieron trabajando en reactores nucleares y separación de isótopos, y oscilaron defendiendo los proyectos de armas nucleares cuando estaban frente a los hombres poderosos del estado nazi, en realidad no intentaron crear armas nucleares para el régimen de Hitler con el entusiasmo que hubiesen podido. Otros científicos sí lo hicieron, curiosamente Walther Gerlach, Kurt Diebner y los investigadores que dependían de ellos.
Walther Gerlach: de todos, el más entusiasmado con la idea de construir la bomba
Sería una temeridad creer que esta es la última palabra sobre el tema. La bomba de Hitler es como un zombie: justo cuando creemos que sabemos lo que en verdad sucedió, cómo y por qué, se levanta de nuevo de entre los muertos.
Apéndice: El papel de Heisenberg
Durante la Segunda Guerra Mundial, Werner Heisenberg fue uno de los científicos más influyentes de Alemania y su físico teórico más importante. Ya había ganado un Premio Nobel por su trabajo en mecánica cuántica y el Principio de Incertidumbre; se había convertido en uno de los profesores universitarios más jóvenes de Alemania cuando comenzó a enseñar en la Universidad de Leipzig; y en 1942 (a los 40 años de edad) fue nombrado director del prestigioso Instituto de Física Kaiser Wilhelm y profesor de la Universidad de Berlín.
Werner Heisenberg, Premio Nobel de Física y director del proyecto nuclear del III Reich
Sin embargo, en los primeros años del Tercer Reich, Heisenberg fue descalificado por su colega y también ganador del Premio Nobel Johannes Stark. Este, en un libro publicado por las SS, denuncia que Heisenberg es un "judío blanco" y "judío espiritual". La investigación subsiguiente, llevada a cabo por las SS, terminó en 1939 recomendando la completa y pública rehabilitación de Heisenberg.
La consecuencia de todo esto fue que, para 1942, Heisenberg se sentía más seguro si contaba con el apoyo de las figuras más influyentes de la escena nazi, como por ejemplo el Ministro de Armamentos Albert Speer y el industrial Albert Vögler, presidente de la Sociedad Kaiser Wilhelm.
En febrero de 1942, Heisenberg dio su famosa conferencia popular ante un auditorio de influyentes políticos, burócratas, militares e industriales. En ese momento, el futuro del Proyecto Uranio estaba en duda, porque los militares sólo estaban interesados en armas que pudieran ser entregadas a tiempo para influir en el desarrollo posterior de la guerra. El historiador David Irving descubrió las transcripciones de la conferencia en la década de 1960, y, por lo que ellas muestran, Heisenberg se esforzó por enfatizar tanto el potencial de las armas nucleares como las dificultades prácticas de construirlas.
Karl Wirtz, propulsor del experimento de Turingia
Sus conclusiones fueron claras: "1) Es indudable que la generación de energía a partir de la fisión del uranio es posible, suponiendo que el proceso de enriquecimiento del isótopo 235 del uranio sea exitoso. Aislar el uranio-235 llevaría a una explosión de inimaginable potencia. 2) También se puede utilizar el uranio común para producir energía, si se lo dispone en capas alternadas con agua pesada. En un sistema de capas sucesivas, estos materiales son capaces de transferir sus grandes reservas de energía a un dispositivo térmico, a través del tiempo. Esto proporciona, también, los medios para almacenar enormes cantidades de energía, las cuales son mensurables técnicamente en relativamente pequeñas masas de sustancias. Una vez puesta en marcha, la máquina puede también conducir a la creación de explosivos increíblemente poderosos".
Sin embargo, para el verano de 1942 el Proyecto Uranio había sido transferido de la Wehrmacht al Consejo de Investigaciones del Reich (organismo civil) y los científicos alemanes del proyecto encontraron una vez más un apoyo institucional seguro. En junio del mismo año Heisenberg respondió a una pregunta acerca del tamaño que tendría una bomba atómica, diciendo que sería grande como "un ananá".
Esta anécdota fue reproducida por primera vez en The virus house ("La casa de los virus" ), el libro de Irving, pero nunca se ha encontrado una transcripción de la charla. Independientemente de ello, se la ha descubierto hoy en los nuevos documentos soviéticos. El texto de la conferencia de junio (titulada "Trabajos sobre los problemas del uranio" ) difiere en gran medida de la charla de febrero. Heisenberg comienza mencionando el descubrimiento de la fisión nuclear en 1939, haciendo notar que el interés en este nuevo desarrollo ha sido "excepcional" , especialmente en Estados Unidos. "Pocos días después del descubrimiento", dice, "las radios norteamericanas ofrecieron extensos reportes, y seis meses después habían aparecido gran número de artículos científicos acerca de este tema".
Heiseberg sigue describiendo el trabajo de los investigadores alemanes sobre los procesos de separación de isótopos y reactores nucleares desde el inicio de la guerra, señalando que "naturalmente, habrá que resolver toda una serie de problemas tanto científicos como prácticos antes de que podamos alcanzar nuestros objetivos técnicos". Promediando la conferencia, Heisenberg hace su única mención de las armas nucleares de una forma de bastante bajo perfil: "Dados los resultados positivos alcanzados hasta el momento", manifiesta, "no parece imposible que, una vez que el quemador de uranio haya sido construido, podamos algún día seguir el camino señalado por von Weizsäcker para diseñar explosivos que serán más de un millón de veces más efectivos que los que se encuentran disponibles hoy".
Pero incluso si eso no hubiese ocurrido, el reactor nuclear habría sido "un campo casi infinito de aplicaciones técnicas". Estas incluían buques e incluso aviones que podrían viajar grandes distancias con cantidades minúsculas de combustible, así como nuevas sustancias radiactivas que serían útiles para resolver muchos problemas científicos y técnicos. Heisenberg termina diciendo que los nuevos descubrimientos "de la mayor importancia tecnológica" se alcanzarán "en algunos años".
Como los nazis sabían que "muchos de los mejores laboratorios" norteamericanos también estaban abocados al problema, sería muy difícil "no proseguir en estas cuestiones", apunta Heisenberg. Incluso si "la mayoría de tales desarrollos tomaran mucho tiempo", tendrían que contar con la posibilidad de que, si la "guerra con los norteamericanos durara varios años", la "realización técnica de avances en energía nuclear" jugara un "papel decisivo en la guerra".
Fat Boy en su hangar, antes de llevarse Nagasaki al otro mundo
Por supuesto que Heisenberg tenía toda la razón. Pero afortunadamente para él y sus conciudadanos, las primeras bombas atómicas cayeron sobre Hiroshima y Nagasaki en lugar de Frankfurt y Berlín.
Cronología
Enero de 1933 Los nazis llegan al poder en Alemania
Diciembre de 1938 Otto Hahn, Lise Meitner y Fritz Strassmann descubren la fisión nuclear del uranio
2 de agosto de 1939 Einstein advierte al presidente Roosevelt acerca de los peligros de las bombas atómicas
1° de septiembre de 1939 Alemania invade Polonia e inaugura el Proyecto Uranio
3 de septiembre de 1939 Gran Bretaña y Francia declaran la guerra a Alemania
1941 Von Weizsäcker presenta una solicitud de patente que se refiere a una bomba de plutonio
Marzo de 1941 Von Weizsäcker visita a Bohr en Copenhague
Junio de 1941 Alemania invade la Unión Soviética
Septiembre de 1941 Von Weizsäcker visita a Bohr por segunda vez, en esta oportunidad acompañado de Heisenberg
6 de diciembre de 1941 Comienza en Los Álamos el Proyecto Manhattan
7 de diciembre de 1941 Japón ataca Pearl Harbour
8 de diciembre de 1941 Estados Unidos entra en la guerra
Febrero/junio de 1942 Heisenberg da sus conferencias populares sobre armas nucleares
Diciembre de 1943 Bohr visita Los Álamos
Marzo de 1945 Alemania prueba un artefacto nuclear en Turingia, Alemania Oriental
7 de mayo de 1945 Rendición de Alemania
16 de julio de 1945 "Trinity", detonación de la primera bomba atómica
La horrenda explosión de Trinity
6 de agosto de 1945 Los Estados Unidos bombardean Hiroshima
9 de agosto de 1945 Bombardeo de Nagasaki
14 de agosto de 1945 Rendición del Japón
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