jueves, 23 de febrero de 2017

Revelado del Imperio Global


El Imperio Global 

La Nueva Roma 
El Gran Hermano Global 
Presencia Mundial 
El Dominio Invisible 
Seguridad Preventiva 
Resumiendo

Palabras Clave: Estados Unidos, Echelon, bases, defensa. Imperialismo.

1.- LA NUEVA ROMA:

En el nuevo y azaroso sistema internacional de la post guerra fría, los Estados Unidos de Norteamérica han emergido como la única hiperpotencia con una concentración de poder, en lo militar y en lo económico, sin igual en la historia. En un mundo globalizado donde las actividades comerciales y financieras, las comunicaciones y el conocimiento y hasta el delito cobran dimensiones mundiales, el poder de los imperios también se hace global.

En consecuencia, los Estados Unidos de Norteamérica se han transformado en el primer imperio global en la historia de la humanidad.

Por tratarse de un fenómeno sociopolítico nuevo parece conveniente realizar una breve descripción de la naturaleza de este nuevo tipo de imperio. Comenzaremos por señalar que el poderío del Imperio Americano es incluso superior al que en su momento detentaron otros imperios, como el de los Hausburgo, en tiempos de Carlos V -siglo XVI-, o el Imperio Británico en la era victoriana -siglo XIX-.

A la gran concentración de poder militar se suma otra circunstancia también sin precedentes en la historia. La capacidad de proyectarlo a cualquier punto del planeta. Con sólo el cinco por ciento de la población mundial, consume el 25 por ciento de producción mundial anual de petróleo, crea y consume el 30 por ciento del Producto Bruto Mundial.

El norteamericano medio consume unos 3.600 kilos de petróleo, 2.130 kilos de gas natural, 2.336 kilos de carbón y 0,04 kilos de uranio por año. Para proporcionar una idea aproximada de cuanta energía circula en la sociedad norteamericana cada día, el geólogo Walter Youngquist calcula la cantida de "personas potencia" adicional que tiene a su disposición cada individuo. Supone para comenzar que una "persona potencia" (PP) = 0,25 caballos potencia = 186 vatios = 635 Btu (British Termal Unit = 0,252 kilocalorías).

Según Youngquist tomando como referencia el consumo energético de los Estados Unidos en el año 2000 en términos del equivalente en personas potencia que se requeriría para proporcionar la misma cantidad de trabajo, harían falta casi tres veces más personas de las que existen actualmente en el mundo (es decir, 18.600 millones de personas). La dieta energética diaria del norteamericano medio es el equivalente a tener cincuenta y ocho esclavos energéticos trabajando sin cesar las veinticuatro horas del día.

Pero no sólo de energía es un gran consumidor el norteamericano medio sus necesidades de agua también son muy elevadas. Mientras que un habitante del Tercer Mundo debe arreglarse con un promedio de veinte litros diarios y un italiano recibe doscientos trece litros por día, el norteamericano medio consume más de seiscientos litros al día.

Los Estados Unidos efectúan más de la mitad de todos los gastos de defensa del mundo. El presupuesto del Pentágono –según cálculos de Paul Kennedy- supera los gastos de defensa del resto de los países juntos.

Este presupuesto alcanza aproximadamente a los 410.300 millones de dólares y significa una disponibilidad de 1.099 millones de dólares por día para gastos de seguridad, investigación y desarrollo de nuevas tecnologías, entre las que se destaca el programa de defensa misilístico por 9.100 millones de dólares. Esto implica que las inversiones de defensa de la principal superpotencia superan a los gastos efectuados por el resto del mundo, algo que nunca había ocurrido antes.

Estados Unidos domina también el mercado internacional de armas. Es líder mundial en exportaciones y en producción de material bélico. Más del cuarenta por ciento de las cien mayores empresas de defensa del mundo son norteamericanas. Cuatro de las cinco empresas principales del mundo –Lockheed, Martín, Boeing, Northrop Grumman y Raytheon- son de esa nacionalidad. Estados Unidos fue el primer proveedor de armas convencionales del mundo de 1996 a 2003, con envíos por valor de 151.900 millones de dólares totales y una media anual de 1.900 millones.

Estados Unidos es también el mayor exportador de armas pequeñas, armas ligeras y munición del mundo. En 2001, sus exportaciones en este rumbo fueron por un valor de 741 millones de dólares. Los productos exportados fueron principalmente armas pequeñas y ligeras militares, munición para armas pequeñas, pistolas, revólveres y fusiles deportivos y de caza.

Es cierto que en el Imperio Español del siglo XVI no se ponía el sol, pero la Casa de Austria nunca tuvo un efectivo control de sus posesiones en América o el Pacífico Sur. Finalmente, los españoles fueron incapaces de impedir la apropiación de sus territorios americanos por parte de los ingleses, franceses, holandeses o portugueses.

Es cierto que la Gran Bretaña reino sobre las olas de los océanos en los siglo XVIII y XIX , pero como potencia marítima fue incapaz de defender con eficacia sus intereses cuando estos se situaban en el corazón de las masas continentales. Cuando potencias continentales –como Francia o Alemania- desafiaron su hegemonía, los británicos debieron recurrir a la formación de alianzas militares para neutralizarlos. Precisamente, Gran Bretaña creó la estrategia del balance de poder para compensar sus falencias como potencia hegemónica.

Los Estados Unidos por el contrario han desarrollado su poderío hasta un punto tal que pueden enfrentar a cualquier estado de la Tierra por sí sólo con la casi certeza de que se impondrán en la contienda.

No sólo tienen la capacidad militar para controlar las masas continentales y los océanos. También es capaz de controlar los fondos marinos incluso situados por debajo de los hielos del Ártico.

Sus satélites militares no sólo son capaces de controlar desde el espacio el desplazamiento de personas y vehículos en cualquier punto del mundo. También predicen el clima, estiman la producción agrícola de otros países y controlan las actividades nucleares de otros estados. Estos satélites estadounidenses son capaces incluso de abatir blancos en el espacio, tales como otros satélites o proyectiles balísticos. 


2. EL GRAN HERMANO GLOBAL

Para controlar las comunicaciones mundiales los Estados Unidos se valen de la denominada Red Echelon -término en inglés que significa "escalón"- más conocida como "la gran oreja". Esta Red esta conformada por un entramado de antenas, estaciones de escucha, radares y satélites, apoyados por submarinos y aviones de inteligencia, unidos todos esos elementos a través de bases terrestres, y cuyo objetivo declarado es controlar las comunicaciones mundiales para luchar contra el terrorismo y el crimen organizado transnacional. Entre las comunicaciones vigiladas se encuentran correos electrónicos, faxes, comunicaciones por cable, satelitales, conversaciones telefónicas nacionales, etc.

Los orígenes de la "Red Echelón" se remonta al final de la Segunda Guerra Mundial, cuando Estados Unidos y Gran Bretaña crearon un sistema conjunto de sigint denominado "UKUSA", término resultante de la unión de las siglas "UK" –United Kingdom- y USA –United States of America-. A este entramado se le fueron uniendo países como Canadá, Australia y Nueva Zelanda. En menor medida, también participaron Francia y Alemania aunque poco después se distanciaron del proyecto.

El nacimiento en concreto de la "Red Echelon" como tal, se produjo recién en 1977, cuando satélites de inteligencia y estaciones de escucha fueron capaces de interceptar los satélites de comunicaciones de las redes satelitales "Inmarsat" –conjunto de estaciones costeras, estaciones móviles y nueve satélites destinados a la comunicación entre embarcaciones y otro tipo de vehículos- e "Intelsat" –red de satélites de comunicación telefónica mundial, compuesta actualmente por 25 satélites-.

El sistema de inteligencia sobre las comunicaciones –sigint- se basa en la escucha de las comunicaciones por medio de "sniffers" y su posterior filtrado. Este proceso se centra en la identificación de palabras clave previamente fijadas en inmensos diccionarios. Estas palabras pueden pertenecer tanto a textos como a voces reales y ser pronunciadas y /o escritas en varios idiomas –inglés, castellano, francés, chino, japonés, etc.- El sistema informático posee por lo tanto potentes "olfateadores" y programas de reconocimiento de voz. Se estima que puede analizar 2.000 millones de mensajes en una hora.

Primeramente se definen las palabras clave, como por ejemplo bomba, Busch, atentado, droga, Osama Bin Laden, Fidel Castro, etc. Siempre definidas en varios idiomas. Se pasa entonces a analizar las comunicaciones mundiales. Se estima que el poder de captación alcanza al 90% de las mismas, si bien se cree que este porcentaje sólo afecta a las comunicaciones de internet. Considerando que casi todas las comunicaciones vía internet mundiales, independientemente de dónde se produzcan, pasan por nodos de comunicación de los Estados Unidos y por nueve puntos de control de la National Security Agency.

En el momento en que se detecta una comunicación conteniendo o bien palabras clave o bien ciertas combinaciones de ellas (por ejemplo: "bomba", "gobierno", "atentado", en el mismo mensaje), el sistema informático comienza a ser monitoreado y grabado. Esta comunicación es entonces clasificada y enviada a distintos centros de análisis. Dependiendo del origen y fecha de la comunicación es clasificada utilizando un número codificado. Se transcribe, descifra, traduce y guarda entonces como un informe más o menos extenso.

Estos informes reciben un código dependiendo del grado de secreto otorgado al mismo: "Morai" equivale a secreto. Después le siguen los códigos "Spoke" –más secreto-. "Umbra" –alto secreto-, "Gamma" –comunicaciones rusas- o "Druid" –destinado a países no miembros de la red.

Después se asigna otro código más relacionado con cada una de las agencias de seguridad dependiendo de a que organismo es reenviado el informe a través del sistema central de la red UKUSA, denominado "Platform".

Si se evalúa que es una transmisión potencialmente peligrosa para los intereses de los estados que componen la Red Echelon los participantes de esa comunicación pasarán a constituir un posible blanco de inteligencia y sus comunicaciones y acciones son controladas a partir de entonces, en mayor o menor medida, dependiendo de distintas consideraciones que los responsables crean oportunas.

Muchos gobiernos, organizaciones y personas sospechan que la Red Echelon proporciona también información económica que es aprovechada por las empresas estadounidenses para aventajar a sus eventuales rivales en las transacciones financieras.

Esta capacidad convierte al gobierno de los Estados Unidos en una suerte de gran hermano orweliano que controla la vida y las opiniones de todo tipo de personas a lo largo del mundo. Tamaño poder sin duda habría hecho las delicias de los grandes tiranos del pasado, en especial Adolfo Hitler y José Stalin.

3. PRESENCIA MUNDIAL

Este gran poder de observación se potencia con un amplia despliegue de medios militares por todo el mundo. El personal militar norteamericano está presente en 135 estados de los casi 190 que forman la ONU. Esto significa que las tropas norteamericanas se encuentran presentes en el 70% de los países del mundo. El número de miembros de las fuerzas armadas estadounidenses destacados en cada país donde no tiene lugar un conflicto militar va desde uno en Malawi hasta 74.796 en Alemania.

Conforme el anuario del Departamento de Defensa "Base Structure Report", correspondiente al año 2003, que detalla el patrimonio inmobiliario de las fuerzas armadas de los Estados Unidos, el Pentágono tiene en propiedad o alquiler 702 bases situadas en 130 países. Estas instalaciones albergan a 253.288 efectivos militares y un número similar de funcionarios civiles del Departamento de Defensa, contratistas de empresas de servicios militares –es decir, mercenarios- familiares y hasta 44.446 extranjeros contratados en su mayoría ciudadanos de los países donde se asientan estas bases.

No obstante, lo impresionante de estas cifras, las mismas parecen haber sido manipuladas para disminuir su impacto. Por ejemplo, el documento sólo dedica un punto a las diez instalaciones del Cuerpo de Infantería en la isla de Okinawa, Japón, incluyendo la base aérea de la Infantería de Marina de Futenma que ocupa 120.000 m2. Tampoco se consigna en el informe la red de unidades de inteligencia y otras instalaciones militares que los EE. UU. poseen en el Reino Unido, posiblemente porque técnicamente se los considera como pertenecientes a la Real Fuerza Aérea Británica. Existen otros muchos ejemplos de instalaciones militares que han sido omitidas del informe elaborado por el Departamento de Defensa. Esto permite suponer que el número real de instalaciones militares estadounidenses en el mundo se aproxima al millar.

4. EL DOMINIO INVISIBLE

Al abrumador poderío militar que revelan las cifras precedentes, a la capacidad de vigilar y controlar territorios y hasta la vida privada de quienes los habitan los Estados Unidos suman otro potencial. Tal como señala James Petras: "Los Estados Unidos todavía marchan al frente en el porcentaje de corporaciones multinacionales entre las 500 más importantes, (casi el 50 por ciento) si se compara con Europa, Asia y el resto del mundo; en varios sectores importantes como la tecnología de la información, finanzas y la aeronáutica, Estados Unidos es la potencia dominante.

Estados Unidos es líder mundial en materia de inversiones en el campo de la investigación y desarrollo y ocupa un lugar cimero en el crecimiento de la productividad".

En la mayoría de las ocasiones el poderío americano, en el campo económico y científico tecnológico, se ejerce por medios sutiles, casi imperceptibles, pero no por ello menos eficientes. Por la naturaleza casi invisible en que este poder es ejercido parece importante señalar algunos ejemplos.

En el ámbito económico, por caso, la opinión de Washington es tomada muy en consideración por los organismos financieros internacionales al momento de otorgar nuevos créditos o llevar a cabo cualquier tipo de negociaciones con un país.

El gobierno americano influye también sobre el monto y el destino de las inversiones que realizan las empresas de esa nacionalidad. Recordemos que esas empresas y bancos suelen ser las mayores en cada rubro en el mundo. A comienzos de la década de 1990, por ejemplo, el presidente George Bus, alegando cuestiones de preservación de la naturaleza, convenció al gobierno de Japón de no financiar la construcción de una ruta, a través de la Amazonia, uniendo el Brasil al Perú, de gran importancia por unir la región al Océano Pacífico.

El gobierno norteamericano también orienta la actividad de las grandes agencias internacionales de información. Las agencias noticiosas o bien son de capital norteamericano o su propiedad pertenece a países estrechamente aliados a Washington. En esta forma la Casa Blanca puede ejercer su influencia para dar mayor cobertura a los problemas que enfrenta un gobierno desafecto a los Estados Unidos o para que se disimulen la falta de democracia y hasta las flagrantes violaciones a los derechos humanos cometidos por un gobierno amigo.

Es más, suele ser la prensa norteamericana y las organizaciones de derechos humanos con sede en ese país quienes realizan una suerte de "control de calidad" de la democracia, los derechos humanos y la corrupción en todo el mundo.

Desde las cadenas televisivas y las empresas cinematográficas norteamericanas llegan a la psiquis de los espectadores de todo el mundo los sutiles –o no tan sutiles- mensajes propagandísticos de apoyo a las políticas norteamericanas. Hollywood siempre ha traducido la política exterior americana en una suerte de lucha del bien contra el mal.

El héroe americano –desde John Wayne a Sylvester Stallone-, respondió a arquetipos bien definidos. Podía ser un audaz cowboy luchando por llevar el progreso al salvaje Oeste, Rambo luchando por la democracia en Vietnam o junto a sus aliados afganos, o el agente de la CIA Jack Ryan enfrenando a terroristas y narcotraficantes para salvar el estilo de vida americano, la democracia y porqué no al mundo entero.

Pero más interesantes que los héroes de historieta que muestra la cinematografía americana son los villanos. Los malos cambian de acuerdo a las necesidades del momento. En tiempos de la Segunda Guerra Mundial fueron los nazis y los japoneses. Luego vinieron tenebrosos orientales: crueles coreanos y vietnamitas. El tiempos de la Guerra Fría eran los pérfidos espías soviéticos y centro europeos. Con el fin de la Guerra Fría los villanos pasaron a ser narcotraficantes y los estrafalarios dictadores latinoamericanos. Hoy están de moda como "malos" los fanáticos terroristas islámicos.

Es indudable que los norteamericanos cumplieron un papel destacadísimo en el desarrollo del cine y la televisión. Convirtiendo a este arte en la expresión cultural más original del siglo XX. Paralelamente han sabido reconocer y aprovechar su versatilidad como instrumento político. A través del cine y la televisión el ideal de vida norteamericano, sus valores e instituciones se convirtieron en modelo a imitar por las sociedades de todo el mundo. Es lógico que una industria cultural capaz de provocar tal impacto sobre su auditorio despertara la tentación de realizar un aprovechamiento político de la misma.

Sin embargo, el mayor poderío de los Estados Unidos se revela en el campo científico – tecnológico. El gobierno norteamericano decide que países pueden recibir que tipo de tecnología. En el mundo global un país privado de tecnología de punta jamás podrá aspirar a posiciones protagónicas. Recordemos la importancia vital que el "bloque tecnológico" tuvo en la declinación de la Unión Soviética y finalmente en su derrota durante la Guerra Fría.

Además, como las patentes tecnológicas y los productos norteamericanos son componentes vitales como productos finales fabricados y vendidos por empresas de otra nacionalidad el poder de veto de Washington, a través del US International Traffic in Arms Regulations, se amplia considerablemente. Veamos un ejemplo: En 2005, el gobierno venezolano del presidente Hugo Chávez adquirió a la firma española de defensa EADS CASA diez aviones C-295.

Pero, como los aparatos empleaban radares, sistemas ópticos y otros componentes que figuraban en la lista de elementos controlados por el gobierno estadounidense trató de trabar la transacción.

EADS CASA compró esos elementos a empresas de los Estados Unidos bajo la condición de que todos los productos finales que contuvieran estos elementos no podían ser vendidos a terceros países sin el permiso previo de Washington.

En otros casos, el control que el gobierno norteamericano tiene sobre la tecnología y las empresas que la producen le permite obtener ventajas considerables para asegurarse que esos productos no puedan ser empleados para perjudicar de alguna forma los intereses de seguridad o comerciales del país o incluso para que eventualmente no beneficien a potenciales rivales comerciales.

Como ejemplo podemos citar los acuerdos establecidos entre el gobierno norteamericano y las empresas fabricantes de impresoras láser. Según ha denunciado la Electronic Frontier Foundation, las impresoras láser de marcas tan conocidas como Xerox, Canon, Tektronix, Ricoh, Lexmark, Kyocera, Lanier, Konica, Minolta, HP, Color LaserJet, Epson y Brother estapan unos códigos de identificación sobre todos los documentos que imprimen, y esos códigos pueden ser leídos por los organismos de inteligencia de los Estados Unidos.

El acuerdo está basado en la necesidad de controlar la actividad de los falsificadores de moneda. Los códigos se imprimen en cada página y consisten en unos puntos microscópicos de color amarillo colocados en un orden determinado. Son visibles sólo por medio de un microscopio y con luz ultravioleta. En la copia queda estampada la fecha y la hora en que ha sido empleada la impresora, así como el número de serie de aparato.

Las autoridades estadounidenses han afirmado reiteradamente que los datos son únicamente empleados en la lucha contra el crimen organizado pero no puede descartarse su empleo en otros campos vinculados con la seguridad nacional del país.

Los mismo ocurre con otros equipos computarizados altamente sofisticados que emiten señales imperceptibles pero que pueden ser rastreados por los satélites de vigilancia norteamericanos permitiendo determinar su ubicación y el de las instalaciones que los contienen. Información de este tipo fue de gran utilidad durante la Operación Tormenta del Desierto y en la Guerra de Irak para determinar la ubicación y neutralización de los puestos de comando y control de iraquíes.

Para ser justos debemos señalar que procedimientos similares son empleados por todos los países industrializados. Los proveedores de tecnología –en especial de tecnologías de uso militar- suelen obtener ventajas estratégicas de sus transacciones comerciales que utilizan conforme sus intereses en el campo de la seguridad y la política internacional se lo requieren. Francia, por ejemplo, suministro al Reino Unido los códigos secretos que permitían dejar sordos y ciegos a los misiles Exocet que la Argentina había adquirido para su defensa.

La información fue entregada a requerimiento del gobierno británico, en 1982, durante el Conflicto de las Islas Malvinas, después de que uno de estos misiles disparado por un avión Super Etendard hundiera el buque inglés HMS Sheffield.

Este ejemplo, revela como los estados proveedores de armas sofisticadas pueden inutilizarlas –y de hecho lo hacen- o entregar a sus aliados los medios para hacerlo conforme se los demanden defraudando la buena de fe de sus compradores y afectando a su seguridad.

Por último, debe consignarse que el gran poderío que ejercen en forma manifiesta y encubierta los Estados Unidos se revela en su escaso acatamiento del a las principales convenciones internacionales. Estados Unidos se ha negado a suscribir tratados como la "Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, aprobada el 10/12/1982, suscripta por 149 estados y considerada internacionalmente como la "constitución del mar".

También se opone a la "Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático", de 1992, al Tratado sobre Prohibición de Minas Terrestres, al Tratado para la Prohibición Completa de Ensayos Nucleares, ha bloqueado los esfuerzos internacionales para prohibir los ataques biológicos y a la militarización del espacio exterior, y se opone a la creación de la Corte Internacional Penal Permanente, etc.

5. SEGURIDAD PREVENTIVA

Al menos en teoría, el nuevo despliegue norteamericano, basado en la Doctrina de Seguridad Preventiva, se fundamenta en la necesidad de combatir el terrorismo internacional, la proliferación de armas de destrucción masiva, el narcotráfico, el crimen organizado y para asegurar el cumplimiento de las cláusulas de propiedad intelectual de la Organización Mundial de Comercio

Por lo tanto, ha desaparecido toda posibilidad del balance estratégico que caracterizó el período anterior, sin haber sido reemplazado aún por otro mecanismo.

El predominio estratégico de los Estados Unidos se hizo más evidente a partir de los cambios en la política de defensa y seguridad norteamericana tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. A partir de ese momento, los Estados Unidos han redefinido sus intereses vitales haciendo depender su seguridad nacional de la seguridad y estabilidad del sistema internacional.

En octubre de 2002, el documento denominado "The National Security of the United States of America" dado a conocer por la Administración Bush, acentuó la predisposición de los Estados Unidos para el empleo de su potencial militar en forma unilateral y aún de modo preventivo.

La doctrina de la "seguridad preventiva" marca una transformación fundamental en los preceptos de seguridad que han orientado la política exterior de los Estados Unidos a lo largo del siglo XX.

A partir de esta nueva doctrina, los Estados Unidos abandonan la tradición de actuar en los grandes conflictos bélicos como líderes de coaliciones multinacionales. Ésta fue la forma en que los americanos se involucraron en la Primera y Segunda Guerra Mundial y, en menor medida, en los conflictos de Corea (1950 – 1953) y Vietnam (1965 – 1975) y en la más reciente "Guerra del Golfo" (1991).

Norteamérica ha alcanzado tal estructura estratégica que sus planificadores militares se consideran en capacidad de enfrentar en forma simultánea hasta cinco conflictos de similar envergadura que la "Operación Tormenta del Desierto".

Otro importante cambio en la política de defensa y seguridad es el anuncio de que "Estados Unidos actuará contra las amenazas emergentes antes de que ellas estén completamente formadas" y que "en el nuevo mundo que hemos entrado el único camino para la paz y la seguridad es el camino de acción" –a diferencia del camino anterior basado en la disuasión-.

El aspecto medular de la nueva política estadounidense radica en la acción preventiva de destruir las amenazas "antes de que alcancen nuestras fronteras". Estados Unidos no dudará en actuar sólo si lo considera necesario en el ejercicio de su autodefensa. Así abandona también la tradición de actuar sólo después de ser atacado.

En 1898, la voladura del acorazado "Maine" –y la muerte de 400 marinos norteamericanos- fondeado en la bahía de La Habana brindó el pretexto para la intervención norteamericana en la Guerra de Cuba.

En abril de 1917, el presidente Wilson no se dejó tentar por la provocación que significaba la declaración alemana de "guerra submarina a ultranza" y el imprudente "telegrama Zimmermann" para introducir a los Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial. El presidente aguardó al "incidente manifiesto" provocado por los submarinos alemanes al hundir cuatro buques norteamericanos, con la consiguiente perdida de vida de sus tripulantes, antes de declarar la guerra a las potencias centrales.

En la misma forma procedió el presidente Franklin D. Roosevelt. Hasta 1941, los Estados Unidos y las Indias Orientales Holandesas –actualmente Indonesia- eran los principales proveedores de petróleo que tenía Japón. Cuando el gobierno japonés invadió el dur de Indochina en julio de 1941, Gran Bretaña, las Indias Holandesas y Estados Unidos decretaron inmediatamente un embargo sobre las exportaciones de petróleo a la Isla. Con las reservas de petróleo próximas a agotarse, Japón tomó la decisión de lanzar un ataque sorpresa sobre la base naval norteamericana de Pearl Harbour, en diciembre de ese año. Así el presidente norteamericano encontró la justificación perfecta para movilizar a la opinión pública de su país a intervenir en la Segunda Guerra Mundial.

Harry Truman, en 1950, esperó a que las tropas de Pyong Yang cruzaran el paralelo 38 para lanzar a las tropas norteamericanas a "contener" el avance comunista en Corea. Incluso en Vietnam, el presidente Johnson dudó en involucrar directamente a las fuerzas norteamericanas hasta el incidente de la Bahía de Tonkin en agosto de 1964. Más recientemente, el presidente George Bush decidió atacar a Irak sólo después de que Saddam Hussein invadió al emirato de Kuwait en 1990. Incluso la lucha abierta contra el terrorismo y la invasión de Afganistán para destruir las bases de Al Qaeda, son una respuesta a los atentados del 11 de septiembre de 2001.

Al proceder en esta forma los gobiernos estadounidenses han despertado muchas críticas y aún sospechas. Aquellos partidarios de interpretar a la historia como producto de oscuras maquinaciones y perversas conspiraciones. Por ejemplo, sostienen que estos hechos constituyen una evidencia de la actividad conspirativa de los grandes capitales norteamericanos.

Para los partidarios de la "teoría conspirativa de la historia" los verdaderos dueños del poder económico y político en los Estados Unidos apelan a estos procedimientos para involucrar al pueblo norteamericano en conflictos bélicos que sirven principalmente a sus intereses particulares y corporativos.

Por lo tanto, no dudan en afirmar, como lo hace Michael Moore en Fahrenheit 09/11, que los atentados al World Trade Center y al Pentágono constituyeron la justificación perfecta para que la Administración Bush desatara una campaña militar en Medio Oriente, bajo la argumentación de la "guerra contra el terrorismo". La presencia militar estadounidense en el mundo árabe le permite controlar el sesenta y dos por ciento de las reservas petroleras del mundo.

No obstante, la "doctrina de la retaliación" parece ser algo del pasado. La capacidad militar y de influencia de los Estados Unidos se han incrementado tan desmesuradamente que ha "desbalanceado" al sistema internacional. Washington cada día depende menos de justificaciones morales o del conjunto internacional para involucrarse en conflictos bélicos. Su seguridad ha dejado de depender de la conformación de grandes coaliciones interestatales para alcanzar sus objetivos.

En la era global los Estados Unidos tienen mayor poder y mayor autonomía. En consecuencia, la Casa Blanca puede encarar en forma unilateral la resolución de los conflictos por los medios que estime como más eficaces.

Esta combinación de "unilateralismo" y "acción preventiva" no puede dejar de despertar en los pueblos del tercer mundo el temor de un resurgir de la política "del big stick" cuando el presidente Thedy Roosevelt defendía los intereses norteamericanos enviando cañoneras y "marines" para sancionar a cualquier gobierno que pretendía defender sus economías del atropello imperial. Ayer -como hoy-, "la política de las cañoneras" se llevaba a cabo sin ninguna consideración por el derecho internacional y los derechos humanos de las poblaciones que recibían en forma directa los efectos de la violencia imperialista. Así lo confirma Natalio R. Botana cuando afirma: "la guerra preventiva es entonces un instrumento propio de superpotencias solitarias o de dirigentes que no han abandonado el designio de actuar en el mundo con reflejos imperiales".

La política de la acción preventiva ha recibido fuertes críticas incluso en los Estados Unidos. El ex candidato presidencial demócrata y ex vicepresidente de los Estados Unidos, Al Gore, señaló que esta doctrina es contraria al artículo 51 de la carta de las Naciones Unidas y alertó sobre el efecto de demostración e imitación que puede producir esta doctrina.

"Si otras naciones –dijo Gore- hacen valer el mismo derecho, entonces las reglas del derecho rápidamente serán reemplazadas por el reinado del miedo. Cualquier nación que perciba circunstancias que pueden eventualmente llevar a una amenaza inminente podría justificar bajo esta aproximación una acción militar contra la nación". En consecuencia, la aplicación de la misma doctrina por otras naciones para resolver sus conflictos, como por ejemplo India con relación a Pakistán o China con relación a Taiwán podría conducir directamente a la destrucción del sistema internacional.

Se observa ahora una situación de poder general difuso, el cual es ejercido en forma hegemónica por los Estados Unidos pero al cual resisten, en forma más o menos ostensible, múltiples actores regionales actuando en diversos campos y operando con múltiples atributos.

Esta situación ha introducido un fuerte ingrediente de incertidumbre en la evolución de los asuntos mundiales, debido al cual es difícil anticipar estratégicamente tanto los acontecimientos como sus consecuencias, generando así condiciones contextuales más riesgosas y menos previsibles.

Es cierto también que, al menos hasta el momento, los Estados Unidos han empleado su inmenso poder militar con gran prudencia. Aunque difícilmente esta apreciación sea compartida por los vietnamitas, afganos o iraquíes, lo cierto es que los líderes estadounidenses ha intentado reducir las ocasiones en que impone sus intereses nacionales a otros pueblos por medios militares.

En este sentido es bueno recordar las palabras de un líder conservador inglés, reflexionando hace medio siglo sobre el monopolio nuclear en manos de los Estados Unidos. Decía en ese entonces Winston Churchill: "Nadie, en ningún país, ha perdido el sueño debido a que ese conocimiento –el de la bomba atómica- y el método y las materias primas para aplicarlo estuvieran actualmente en manos americanas".

"No creo que hubiéramos dormido tranquilos, si la situación hubiera sido al revés y algún estado comunista o neocomunista hubiese monopolizado estos aterrorizantes instrumentos".

Es difícil creer o afirmar que el mundo es un lugar mejor o más pacífico porque los Estados Unidos han alcanzado un abrumador poderío militar.

Pero lo que si resulta indudable es que el mundo sería un ámbito mucho más inseguro, inestable e injusto si este apabullante poderío militar estuviera en manos de gobiernos totalitarios que se guiaran por el mesianismo racista, religiosos o ideológico o por el oportunismo propio de la demagogia populista.

De allí el temor que en muchos despiertan las declaraciones de los líderes norteamericanos cuando asimilan a los conflictos de intereses que mantienen con otros gobierno como una contienda entre el bien y el mal. Este tipo de comparaciones terminan pro conducir a una suerte de demonización del adversario. Si un gobierno o un dirigente es la encarnación de el mal sobre la tierra cualquier tipo de medida que se adopte contra él estará justificada. Por otra parte con el mal no se discute, negocia o acuerda. El mal sólo puede ser erradicado de la faz de la tierra.

En el pasado cada vez que una nación acumulaba un poderío considerablemente superior al de otras naciones inmediatamente lo utilizaba para construir un vasto imperio colonial. Esta no ha ocurrido con los Estados Unidos

Si bien la hegemonía norteamericana en los ámbitos políticos, económicos, científicos tecnológicos y culturales son evidentes. Por más que algunos señalen que, en el caso norteamericano, la antigua dominación militar y la apropiación territorial han sido reemplazados por influencias y presiones políticas, comerciales o financieras. Lo cierto es que por muy humillantes y molestas que puedan resultar las imposiciones de Washington en estos campos son siempre preferibles a la dominación militar.

Podríamos decir, con mucha prudencia, que proporcionalmente a su poderío el Imperio Americano ha sido menos dominante y avasallante que otros imperios que ha conocido la humanidad. Pero una constante histórica señala que los imperios tarde o temprano terminan por imponer su poderío y su cultura atropellando los derechos, la libertad y la cultura de los pueblos más débiles.

Precisamente, el desafío que la aparición del Imperio Americano plantea al sistema internacional no consiste en que este se encuentre inspirado por peligrosas ideologías o creencias religiosas o raciales. La irrupción del Imperio Americano entraña riesgos no tanto por su naturaleza política sino por sus dimensiones. Al tratarse del primer imperio global de la historia, su sola presencia y la amplitud de sus intereses no pueden dejar de afectar de alguna manera a la totalidad de los actores estatales.

Por marginal que sea la posición geohistórica de un Estado no podrá escapar a la influencia de los Estados Unidos. Seguramente tendrá algún recurso estratégico de interés para la economía norteamericana, o revestirá algún interés estratégico, turístico, ecológico, cultural o humanitario. Casi con certeza habrá ciudadanos estadounidenses interesados en conocer a ese país o nacionales de ese Estado deseosos de visitar o radicarse en el territorio estadounidense. Siempre habrá algún tema factible de generar algún tipo de disenso: alguna patente perteneciente a empresas americanas, la actividad de algún grupo considerado peligroso por Washington o su gobierno aplicará en el marco interno políticas que a criterio de Estados Unidos impliquen violaciones a los derechos humanos o estará interesado en adquirir algún tipo de armamento que el gobierno americano considere potencialmente peligroso para su interpretación de la paz mundial, etc.

Aún cuando los Estados Unidos tengan el firme propósito de no intervenir en los asuntos internos de otros países, la globalización y la proyección de sus intereses en el mundo lo obligan a hacerlo.

6. Resumiendo

En una era de globalización la potencia rectora del momento se constituye –aún contra su voluntad- en un Imperio Global. Este es el rol que le ha tocado en suerte desempeñar a los Estados Unidos en la actual coyuntura histórica.

El Imperio Global no puede evitar tener intereses también globales, especialmente en el ámbito de la seguridad. Los intereses del Imperio Global son tan amplios que suelen entrar en colisión con los intereses de múltiples actores nacionales, regionales u organizacionales generando tensiones que afectan al sistema internacional en su totalidad.

Estas tensiones no se originan por la implementación de una política determinada o por la naturaleza ideológica del Imperio Global sino especialmente por sus dimensiones. Un Estado cuyos intereses abarquen la casi totalidad del planeta siempre despertará la oposición y hasta la hostilidad de otros actores internacionales sean estos tanto gubernamentales como no gubernamentales. Muchas de estas tensiones no podrán ser resueltas por vía de las negociaciones y el consenso. Por lo tanto terminarán involucrando el empleo de alguna forma de presión, disuasión o incluso del instrumento militar.

No obstante, no parece posible que, al menos durante las próximas dos décadas, ningún Estado o coalición de Estados sea capaz de desafiar con éxito el predominio norteamericano, tanto en el campo militar, económico o científico – tecnológico.

En consecuencia el principal desafío que la existencia de un Imperio Global plantea al sistema internacional es la existencia de un actor cuyos intereses afectarán –en mayor o menor medida- a todos los otros actores del sistema. 



Por

ADALBERTO C. AGOZINO.

Doctor en Ciencia Política. Profesor titular de la Cátedra de Seguridad en el Curso de Estado Mayor de la Escuela Superior de Gendarmería Nacional de Argentina. Director del Curso de Postgrado en Investigación del Crimen Organizado en el Instituto Universitario de la Policía Federal Argentina. Su último libro publicado es "Megatendencias en Seguridad Internacional". Ed. Abaco. Bs. As. 2005.

Quién mueve los hilos

Es paradójico en una época como la actual, donde el ser humano, puede decidir su destino colectivo mediante el ejercicio del derecho al voto, garantizado por constituciones, cartas magnas y códigos civiles, que le ponen al amparo de eventuales abusos de los poderes legalmente establecidos, cada vez esté más extendida la idea de que detrás, o por encima de las instituciones oficiales hay algo más.

Idea que no es nueva, ya Balzac escribía en sus ilusiones perdidas que hay dos historias "La historia oficial, mentirosa, que se enseña y la historia secreta en la que se hallan las verdaderas causas de los acontecimientos, una historia vergonzosa"

Por eso es difícil creer, que en una sociedad democrática como la nuestra, estemos sometidos a poderosas fuerzas organizadas para dirigir nuestras vidas, manipular nuestros deseos y dirigir nuestros pensamientos.

Es duro imaginar un Gobierno invisible que dirige el mundo por encima de los Estados nacionales, pero ya el gran estadista Inglés Benjamín Disraeli lo dijo claramente "El mundo esta Gobernado por personajes muy diferentes a los que creen los que no ven más allá de sus ojos"

También Lenin se lo dijo a sus colaboradores "Detrás de la revolución de Octubre, hay personajes mucho más influyentes que los pensadores y ejecutores del Marxismo"

De igual forma Sir Winston Churchill levantó un poco el velo cuando aseguró que "Aquel que no vea que en la Tierra se está llevando a cabo una gran empresa, un importante plan en cuya realización nos es permitido colaborar como siervos fieles, tiene que estar ciertamente ciego"

La clave quizás ya la había dado antes Franklin Delano Roosevelt cuando manifestó a sus colaboradores en el gobierno "En política nada es casual. Si algo sucede estad seguros de que se planeo así"

Pensamos lógicamente, que la Historia la van configurando decisiones improvisadas y reacciones políticas que tratan de reorganizar las cosas que los acontecimientos cambian. Nos cuesta un gran esfuerzo aceptar que el mundo en el que vivimos hoy fue planeado en tiempos de Cristóbal Colón, que la revolución Francesa, la Rusa, el Nazismo y la Era Consumista son los eslabones de una cadena de acontecimientos perfectamente planeada y llevada a cabo por unos seres humanos que creen dominar las leyes cósmicas de polarización y polarizan a sus semejantes mediante ideologías y conceptos que enfrenta a unos seres humanos contra otros llevando a la práctica la táctica militar "Divide y Vencerás".

Es muy difícil creer que el desorbitado materialismo actual que nos enfrenta a una competición agresiva por obtener más y más cosas, fue planeado hace varios siglos. Pero los testimonios no dejan lugar a dudas. Así por ejemplo en 1773 no existía el consumo, ni siquiera se conocía ese concepto en un mundo donde la miseria era lo normal y la pobreza lo cotidiano sin embargo en ese mismo año se crea una sociedad ocultista de suma importancia "La Liga de los Hombres" y en una de sus actas se dice textualmente "La lucha encarnizada por los bienes del dinero generará una sociedad sin corazón".

No es una profecía, sino lo previsto en un PLAN perfectamente trazado, cuyo propósito es subyugar al ser humano y a la humanidad entera bajo un gobierno único, el poder del Dinero.

Veamos la cronología de los hechos que nos permitirá comprender un poco la formación de dicho gobierno en la sombra:

En 1773 el Banquero Judío Amstel Rothschild crea la sociedad "La Liga de los Hombres" de origen Masónico es el inicio de la moderna "conspiración capitalista" cuando el barón Rothschild- Célebre banquero internacional que financió a Napoleón- Hizo suya la máxima "Dadme el dominio del dinero y ya no importará quién mande". Lo cierto es que el papel que tras la muerte de Rothschild jugó su familia es clave para entender las oscuras redes del moderno poder económico mundial.

En varias conversaciones, se le escuchó decir otra de las frases que definen perfectamente, la idea o plan que pretendían llevar a cabo. "No importa a quién vote el pueblo, siempre nos votará a nosotros"

Paralelamente el Banquero Judío Amstel Rothschild encarga crear en el condado Alemán de Baviera en 1776 al Jesuita Judío Adam Weishaupt "La Liga de los Hombres" que acogió dentro de ella a todos los hombres de otra sociedad secreta que tubo que huir de Italia cien años antes "Los Iluminati"

También "Casualmente" en ese mismo año 1776 Benjamín Franklin y Alexander Hamilton (ambos pertenecientes a la masonería) son los fundadores del Estado Norteamericano una vez proclamada su independencia Y Casualmente también de los 56 firmantes de la Declaración de Independencia Americana 50 fueron Masones y Casualmente también de los 55 miembros de la Asamblea nacional Constituyente 50 fueron Masones (de hecho el reverso del billete de un dólar en su lado izquierdo lleva los símbolos masónicos). Lo expuesto hasta ahora no se trata de una opinión sino de datos verificables, que constan en la Historia reciente de Norteamérica y cualquiera puede comprobarlos.

En general se piensa que la idea de Gobierno Único es nueva y que los acuerdos de Maastrich integraron ese concepto al proyecto Europeo. Sin embargo la idea ni es nueva ni Europea se trata como vamos viendo a lo largo de la charla del PLAN perfectamente trazado por "La Liga de los Hombres" que se viene realizando bajo el poder del dinero internacional.

En la década de los 70 del siglo pasado J. Warburg banquero asociado a los Rostchild y los Rockefeller, lo anunció en el senado Americano con las siguientes palabras "Nos guste o no tendremos un GOBIERNO MUNDIAL ÚNICO. La cuestión es si se logrará mediante consentimiento o por conquista"

Añadiremos más datos para poder recomponer este rompecabezas. En Noviembre de 1987 la revista norteamericana Code publicaba un reportaje en el que se denunciaba que hombres de la importancia de J. Warburg, Rostchild, Rockefeller, Morgam, Kissinger o jefes de estado como Roosevelt, Churchill o Bush (Padre), fueron o son aun miembros de una logia hebrea conocida como B'Nai B'Rit que significa "HIJOS DE LA ALIANZA" La revista Code denunciaba afirmando que "Diputados del congreso, miembros del parlamento, funcionarios de la Casa Blanca y del Ministerio de Exteriores, banqueros y líderes sindicales se sienten estremecidos de poder mezclarse con los poderosos de la Logia B'Nai B'Rit. La élite de la B'Nai B'Rit son los Iluminados grupo de herederos de la "Liga de los Hombres" y fundadores del "Club de Roma" y "La Trilateral" Su poder se extiende y se infiltra como una mancha de aceite por todas partes. Detrás de todas las sociedades están los Rostchild y los Rockefeller su meta consolidar un Gobierno Único para la Humanidad, cuya última fase la llaman la "Era Tecnocrática" en la cual se diseñará paulatinamente una sociedad cada vez mas controlada. Esa sociedad será gobernada por una élite de personas libres de valores tradicionales, que no dudará en realizar sus objetivos mediante técnicas depuradas con las que influirá en el comportamiento del pueblo, controlará y vigilará con todo detalle a la sociedad, llegando a ejercer una vigilancia casi permanente sobre cada uno de los ciudadanos del mundo.
Estas sociedades libraron una larga y dura batalla hasta conseguir su propósito, debido principalmente a que en sus orígenes, la Constitución Americana preservaba la independencia del Gobiernos a la especulación de la Economía y del Dinero Internacional, reservándose el Congreso y el senado la posibilidad de intervenir en el precio de las cosas. Estaba prohibido que los extranjeros aportaran su dinero en acciones bancarias y no permitía la concentración bancaria en los bancos centrales.

El alto mundo de las finanzas encabezado por los Rostchild había fracasado en su intento de unirse a los Morgam y los Rockefeller. Pero tras unas oscuras maniobras lograron en 1913 que el senado votara un proyecto de ley que enmendaba aquella sabia decisión de la Carta Magna. En aquella época el famoso Senador Norteamericano Charles Lindberg declaró a los medios de comunicación de todo el País "Con esta Ley se constituirá el Consorcio más gigantesco de la Tierra. Cuando el presidente firme, legalizará el Gobierno Invisible de los Amos del Mundo"

Poco después de aprobada esta enmienda se aprueba otra de igual importancia, la Ley del Impuesto Progresivo. Con este impuesto los Gobiernos se ocupan de los que más dinero tienen promulgando leyes especulativas, para que se produzcan ganancias rápidas, no es difícil ver que detrás de la apariencia benévola de este sistema Económico está el plan perfectamente trazado para que poco a poco el poder cambie de manos pasando de los gobernantes a los Banqueros.

La Iglesia como es natural tampoco se libró de la influencia y la manipulación de estas sociedades Secretas.

Durante la II guerra Mundial, distintos grupos se infiltraron en la Iglesia Católica, como la OSS (precursora de la C.I.A.), el M16 Británico, los Masones y la Logia P2 (la más poderosa de Italia en cuyo seno está la Gran Logia del Vaticano).

Por cuyo motivo se produjo el escándalo en 1976 al aparecer en el Vaticano una lista con los nombres y las fechas de entrada en dicha Logia de 125 altos dignatarios de la Iglesia desde cardenales de la curia pasando por arzobispos, obispos, sacerdotes y laicos. El hecho de que el papa actual Karol Wojtyla retirase la orden de excomunión mundial contra los masones al poco tiempo de ser elegido sumo pontífice ha levantado especulaciones de su supuesta vinculación con los "ILUMINATI".

Una evidencia más de esta trama secreta en la planificación del destino de la humanidad es el hecho de que Carlos Marx escribiera el "Manifiesto Comunista" por encargo de la "Liga de los Hombres" y estos mismos financiaran las revueltas desde 1864 hasta que triunfó el comunismo, con el único objetivo de derrocar a los zares y hacer un frente fuerte para debilitar el resto de las monarquías Europeas y crear una Internacional Comunista lo suficientemente grande para equipararse a todo el conjunto Cristiano. La prueba de esto, está en el museo Británico donde se encuentran los cheques con los que se pago a Carlos Marx.

Pero la pieza que da sentido a este rompecabezas, y que se encuentra en la biblioteca del Museo Británico de Londres es la correspondencia que mantuvo Albert Pike (encargado de las operaciones de la "Liga de los Hombres" en América) con Giussepe Manzini (responsable de la "Liga de los Hombres en Italia).

En una carta que Pike le envía a Manzini el 15 de Agosto de 1871 donde le pone al corriente de los planes que se llevarán a cabo en los próximos años, le comenta el ¿Por Qué? y el ¿Para Qué? de las tres grandes guerras mundiales que han sido prevista para la consecución de sus objetivos. La carta dice textualmente:

"La primera guerra Mundial se debe generar para permitir a los iluminados derrocar el poder de los Zares en Rusia y transformar este país en la fortaleza del comunismo ateo. Las divergencias provocadas por los agentes de los Iluminados entre los imperios británicos y alemán se deben aprovechar para fomentar esta guerra, una vez concluida se debe de edificar el Comunismo para destruir otros Gobiernos y debilitar a las monarquías europeas y las Religiones.

La segunda guerra mundial debe fomentarse aprovechando las diferencias entre los Fascistas y Sionista Políticos. La lucha debe iniciarse para destruir el Nazismo e incrementar el Sionismo Político, con tal de permitir el establecimiento del estado soberano de Israel en Palestina.
Durante la segunda guerra mundial se debe edificar una Internacional Comunista lo suficientemente robusta como para equipararse a todo el conjunto Cristiano.

La tercera guerra mundial se deberá fomentar aprovechando las diferencias promovidas por los agentes de los Iluminados entre el Sionismo Político y los dirigentes del mundo Musulmán la guerra debe orientarse de tal forma que el Islam y el Sionismo Político se destruyan mutuamente, mientras que otras naciones se vean obligadas a entrar en la lucha hasta el punto de agotarse física, mental, espiritual y económicamente.
Como final de la carta Pike decía a Manzini, al final de la tercera guerra mundial quienes pretenden la completa dominación del mundo, provocarán el mayor cataclismo social jamás conocido en el mundo".

Como comentario aportar algunos datos históricos que demuestran que este Plan perfectamente estructurado recuerden en 1871 se va cumpliendo con peligrosa exactitud.

Al final de la I guerra mundial el 2 de Septiembre de 1917, el secretario de Estado Británico Artur Balfour concedió al pueblo Judío- a través de Lord Rostchild- el territorio de Palestina como su "Hogar Familiar"

Una vez acabada la II guerra mundial el 14 de mayo de 1948 se proclama la Declaración de Independencia de Israel.

Churchill e Eisenhower entre 1944 y 1945 permitieron la muerte de más de millón y medio de alemanes en los campos de concentración.

Eisenhower retrasó deliberadamente aceptar la rendición de Alemania para permitir que entrasen antes que británicos, franceses y norteamericanos, los rusos en Alemania.

El comportamiento de los Iluminados en las guerras era el mismo, ayudaban siempre a los dos bandos, estrategia que siguen utilizando en tiempos de paz en cualquier intervención que hacen.

Respecto a la tan anunciada III guerra Mundial tal como decía Pike en su carta, el enfrentamiento entre los Sionistas Políticos y el Islam queda patente en el atentado de las Torres gemelas, dando como resultado inmediato el ataque a Afganistán primero y a Irak después. Son muchos los observadores que en la llamada "Guerra contra el Terrorismo" ven los preliminares, es decir el caldo de cultivo necesario para la III Guerra Mundial

Según los expertos en estos temas, todo parece indicar que el comienzo de la tercera parte del Plan lo dio George Bush (padre) al aludir al Nuevo Orden Mundial, en una conferencia dada el 11 de Septiembre de 1990. Poco antes de la primera Guerra del Golfo. Motivo de dicha guerra, pues que Irak poseía poco más del 30% de las reservas mundiales de petróleo, de tal forma que su control se convertía en una estrategia vital para el desarrollo de la tercera parte de el ya aludido Plan.

Como curiosidad describir cómo está estructurado el poder real del mundo en la actualidad.
En Mayo de 1954 se crea un Club formado por los quinientos hombres y organizaciones más ricas e influyentes del mundo.
En su formación lógicamente participan, los Rostchild, los Rockefeller y los Bilderberger. Por encima de ellos está el "CONSEJO DE LOS 33" los 33 más altos masones iniciados en el mundo. Más arriba aún el "GRAN CONSEJO DE LOS 13" trece grandes Druidas. Por encima de los cuales actúa aún "EL TRIBUNAL" y finalmente el innombrable "GRADO 72" (que en la cábala significa ILUMINADO)

Como conclusión a todo lo expuesto hasta aquí. Hacer mención a un acta de los Iluminados, perteneciente al momento actual, retando a todos los seres humanos que deseen ser libres y permanecer al margen de este entramado, el texto dice literalmente:

Hemos sido elegidos por el mismo Dios para gobernar el Mundo. Aunque surja un espíritu heroico que se nos oponga, no podrá medirse con guerreros entrenados como nosotros. HABRÁ LLEGADO TARDE.

En el supuesto de que todo lo relatado se ajuste a la verdad, los Iluminados están logrando uno de los principales objetivos de su Programa "Una Sociedad Sin Corazón". A cambio de cosas materiales estamos despreciando los valores del "Espíritu" sustituyendo el auténtico CONOCIMIENTO por "becerros de Oro".

Radiografía de la crisis mundial – conclusiones

Juan Torres López, doctor en Ciencias Económicas y Catedrático de Economía Aplicada en la Universidad de Sevilla, ha escrito un brillante libro titulado “La crisis financiera – guía para entenderla y explicarla”. Por otro lado, Vicente Manzano-Arrondo, profesor de Psicología Experimental de la Universidad de Sevilla, ha escrito un interesante documento titulado “Aspectos psicológicos de la crisis”. La combinación de psicología y economía creo que explica bastante bien lo que está ocurriendo. De ambos autores he tomado prestadas algunas ideas para escribir este artículo.

Estamos inmersos en una sucesión de acontecimientos, pero en estos momentos buena parte de la actualidad se define como “la crisis económica”. Pero pensando en términos de crisis es fácil identificar multitud de ellas. Hay crisis ecológicas como las del cambio climático, diversidad biológica o supervivencia de especies. Tenemos crisis políticas, a nivel planetario, de credibilidad en los políticos o de implicación ciudadana. Hay crisis humanitarias gravísimas que provocan hambre, migraciones, muerte y enfermedades. De entre todas ellas, y muy relacionada con todas ellas, se habla principalmente de “la crisis”, que principalmente se identifica con la explosión de la burbuja financiera asociada a la explosión de la burbuja inmobiliaria. Con poco que se analice la economía, el comportamiento de los mercados y las finanzas, es fácil llegar a la conclusión de que en buena medida se trata de asuntos psicológicos, ligados a comportamientos del consumidor, tales como necesidades, motivación, emociones, persuasión, aprendizaje, etc.



En relación a la crisis, creo que tenemos un claro ejemplo de alguna de sus causas en lo que explica Jim Rogers en su obra “El boom de las Materias Primas“. Como aclaración debo indicar que Jim Rogers es un “gurú” que se dedica a analizar los mercados más lucrativos en la actualidad y en el futuro. A finales de 1998, creó su fondo de índice en las materias primas. Desde entonces, ha sido el fondo de mayor rendimiento entre todas las clases de activos en el mundo. Según dice en su libro: “El próximo mercado alcista no está en las acciones, ni tampoco en las obligaciones, está en las materias primas, y algunos inversores inteligentes conseguirán rendimientos récords en el próximo decenio”. Tanto para el pequeño inversor como para el gran gestor de fondos, este libro es tan bueno como el oro… o el plomo, o el aluminio; materias primas de las que Rogers cree que pueden tener perspectivas tan brillantes como el oro. Y un grave problema para el hambre en el mundo es que en estos momentos los alimentos también figuran en este catálogo de materias primas rentables.

La teoría capitalista se ha formulado considerando que las personas son animales racionales, que toman decisiones basadas en su interés por optimizar su beneficio o utilidad, en un contexto de información completa que manejan únicamente con el auxilio de la razón. Los productores buscan maximizar el beneficio, mientras que los consumidores buscan maximizar la utilidad de su decisión de compra. Este modelo es ingenuamente irreal, ya que no hay dudas de que el comportamiento humano es tanto o más emocional que racional, como así lo atestigua, en este mismo medio económico, la fuerte inversión en publicidad. Hay que tener en cuenta que la teoría del sistema de mercado defiende que el progreso social se consigue gracias a que los productores compiten entre sí ofreciendo más por menos para llevarse el favor de los consumidores, lo que constituye la esencia de la ética del capitalismo y centra el foco de atención en la elección que los consumidores realizan. La competencia en términos de calidad y precio (se supone que más calidad por menos precio) es sólo el método teórico previsto para ese hipotético progreso social. En la práctica, el procedimiento escogido es la persuasión. El recurso de la persuasión para conseguir que las personas se comporten según se ha diseñado, desvirtúa la justificación del marco capitalista original.



En definitiva, los mercados son espacios de incertidumbre, donde se juega con una información incompleta y con las emociones a flor de piel. Los agentes del mercado (consumidores, productores, inversores, prestamistas…) se comportan con tendencias irracionales y juicios imperfectos, generando un resultado colectivo que alimenta aún más la incertidumbre. Es cierto que muchos agentes del mercado sabían lo que iba a ocurrir, si bien no podían asegurar cuándo explotaría. Estos agentes han intentado provocar y aprovechar las oportunidades mientras han tenido lugar. E, incluso, han conseguido transformar amenazas y pérdidas en importantes beneficios. En otros términos, estos agentes aprovecharon un contexto de decisiones irracionales para obtener beneficios mediados por la ambición, esperando irracionalmente que la situación se prolongará indefinidamente aún sabiendo que es imposible. La irracionalidad ha permitido violar las leyes de la lógica, construyendo una percepción colectiva de bonanza sobre una base real de catástrofe.

El concepto de clase social es incómodo en una sociedad que desea concebirse como justa. Nació en el contexto de la diferenciación según el papel de la persona en la escala de producción. Si bien las clases siguen existiendo e incluso se han perfeccionado, su visibilidad es difusa y su protagonismo ha sido sustituido por el estilo de vida, de tal forma que ya no es la producción sino el consumo lo que protagoniza los procesos de construcción de la autopercepción individual de pertenencia a una determinada clase. Esta dinámica ha entrado en un ciclo donde las clases más privilegiadas se ven obligadas a diseñar consumos cada vez más extravagantes que consigan mantener un estilo de vida claramente diferenciador e inaccesible. Las clases medias, por su parte, se embarcan en procesos de imitación que permiten diseñar estéticas de cambio de clase enteramente situadas en la dimensión de lo intangible. Las personas más pobres y marginadas permanecen en un doble juego. Por un lado, se encuentran invisibilizadas ante las demás. Por otro, gracias a los medios de comunicación, acceden a los mismos procesos persuasivos que construyen en ellas deseos inaccesibles, de tal forma que nutren ciclos de delito, exclusión y marginación.



Los estilos de vida cuentan con una fuerte resistencia al cambio, una fuerte tendencia a la inercia. La crisis surge como resultado de un proceso de inercia, un ciclo de retroalimentación positiva que sólo podía evolucionar hacia una explosión. Las llamadas soluciones se insertan en abundar en el mismo modelo que generó la crisis. Para ello, el diseño cuenta con el apoyo de las víctimas de la crisis, que no desean modificar su propio estilo de vida, generalmente como un eterno proyecto inacabado. Dado que el consumo se basa en la insatisfacción y la necesita para existir, los estilos de vida construidos a partir del consumo requieren un estado continuo de insatisfacción que se justifica a sí mismo. Para lograr la insatisfacción es necesario abundar en el mismo estilo de vida que se está construyendo, puesto que la justificación que lo mantiene es precisamente la necesidad de satisfacción. La apuesta por tales estilos de vida tiene mucho que ver con el mecanismo de la decisión emocional, puesto que las personas se aferran a sus decisiones, aunque observen pérdidas que pueden ser relativizadas, antes que lanzarse a un contexto de fuerte incertidumbre.

Es común pensar y sentir en negativo frente a una crisis. Se ceba invariablemente en los eslabones más débiles de la cadena económica y social. Pero las crisis constituyen una excusa excelente para los sectores más privilegiados, de tal forma que son aprovechadas para obtener beneficios tanto en términos monetarios a corto plazo, como especialmente en términos de más privilegios a medio y largo plazo. Para conseguir este efecto, la crisis necesita dar forma a un enemigo, construir un discurso similar al de un enfrentamiento armado y aplicar la lógica del estado de excepción. Se pone entonces en marcha un esfuerzo considerable de propaganda similar a la que se activa ante una amenaza bélica. El enemigo es como el diablo, tal y como se define a otros enemigos política y económicamente rentables como es el caso del terrorismo: es malo por naturaleza, más poderoso de lo que podamos imaginar en un primer momento, se encuentra disperso o difuminado, muestra un comportamiento imprevisible y se requiere un gobierno fuerte capaz de tomar medidas incluso impopulares con tal de salvarnos.



En el asunto de la crisis, el enemigo podría ser identificado sin problemas dentro de los agentes de los mercados financieros, principalmente los bancos y toda la estructura que los rodea y que es generada por ellos: paraísos fiscales, agencias derating, fondos de inversión, etc. Sin embargo, el enemigo al que se ha dado forma, que no atenta contra el orden financiero establecido, es difuso e inhumano: una desestabilización de origen cíclico, un mal comportamiento del sistema sin culpables definidos, una triste cadena de acontecimientos que constituye un estado temporal al que hay que superar con cierto sacrificio, un efecto indeseable de la deseable globalización economicista. Los agentes a los que se echa la culpa son, desde hace tiempo, elementos que residen fuera de lo humano pero que son humanizados: la inflación, el déficit, la deuda, la estabilidad financiera, el crecimiento económico, la confianza en los mercados, etc. El discurso se instala en un imaginario bélico. El enemigo nos ataca, afectando en lo más profundo de la cotidianidad. Para defendernos del enemigo y conseguir el único resultado admisible, la victoria, es necesario poner en marcha una serie de medidas trascendentes que pasan por la unidad nacional. Nos atacan a todos y todos hemos de permanecer unidos para vencer al enemigo. La disidencia es observada, descrita y tratada como un acto antipatriótico. En su conjunto, el discurso da forma (simbólica y tangible, con leyes, decretos y resoluciones) a un estado de excepción.

En un estado de excepción, por definición, se toman medidas excepcionales. La población debe hacer un sacrificio que afecta al poder adquisitivo, al trabajo, a diversos derechos y a cualquier elemento que, en esta situación excepcional, pudiera suponer un obstáculo para el objetivo prioritario de vencer en la contienda. Toda la función protectora del Estado se comprime en la victoria, lo que implica abandonar toda protección no directamente relacionada. Cuando finaliza una guerra, concluye el estado de excepción. No obstante, siempre quedan secuelas permanentes que afectan al funcionamiento de las estructuras locales. En este momento de crisis, al igual que en prácticas anteriores, la excepcionalidad es la puerta para la permanencia. Los nuevos funcionamientos, con carácter de norma, llegan para quedarse. Aparecen en el discurso de la necesidad temporal, pero el modo en que se instauran normativamente y su especie de jurisprudencia, constituyen garantías de permanencia para el funcionamiento futuro del sistema. Así ocurre con las medidas que están poniéndose en marcha y que afectan a la estabilidad laboral, las pensiones, la transformación de las cajas de ahorro, la privatización de servicios públicos, etc.



Las soluciones ya han contribuido positivamente al engrandecimiento del monstruo. Cuando las medidas que se toman son tan graves y trascendentes, cuando los discursos políticos quedan abarrotados de referencias al asunto, el enemigo queda irremediablemente configurado como un ente monstruoso que, en el caso de la crisis, ha superado con mucho su envergadura original. Si el surgimiento de la crisis bebe de la reducción del Estado, la desregulación y la sobrepresencia del financierismo, las llamadas “soluciones a la crisis” abundan más en lo mismo, sembrando la siguiente rotura socioeconómica. Sin embargo, a pesar de ser medidas contraproducentes, el favor popular está parcialmente garantizado gracias, además de otros recursos psicológicos, al discurso del estado de excepción. Niklas Luhmann, sociólogo alemán, dice que lo es fundamental para entender mejor la crisis es que las personas admitimos cierta dosis de manipulación siempre y cuando se lleve a cabo dentro de márgenes de confianza. Es decir, que podamos aceptar que esa manipulación no se va a llevar a cabo con tal envergadura o de tal forma que llegue a desmontar el andamio de la confianza y se venga abajo.

La confianza dentro de cada mercado permite que sus agentes realicen intercambios conociendo las consecuencias y moviéndose, por tanto, con cierta seguridad en un contexto de incertidumbre. Es un elemento psicológico fundamental en economía. Por eso, no basta con invertir, arriesgar capital, realizar intercambios, estudiar los mercados… es del todo imprescindible dar confianza, trabajar y hacer crecer la confianza. Si es necesario manipular, se manipula. Es más, aceptamos que sea necesario, ya que en el núcleo del sistema se sabe que la manipulación es una práctica imprescindible mientras que manejemos bien su codificación, su límite y no resulte contraproducente.



Las agencias de calificación que apoyaron y dieron informes favorables a los bancos que quebraron en los inicios de la crisis se especializan ahora en cargarse la economía europea. Cada vez que se produce una subasta de deuda en cualquiera de los países periféricos suele ocurrir que hay un informe previo de alguna de las agencias que rebaja el ratingde la economía. Ocurrió con Grecia, con Portugal y con España. El precio de los bonos se dispara, el Tesoro ha de subir el interés y los inversores que saben de lo que va la cosa sacan su beneficio. José Carlos Díez, economista jefe de Intermoney, apunta: “Es una auténtica barbaridad de que no se tenga en cuenta los esfuerzos realizados por Portugal. Este país no está peor que hace dos meses que fue cuando se hizo la última valoración y menos, para ser rebajada en cuatro escalones”. La Unión Europea en pleno ha criticado a las agencias pero sin embargo, no toma decisiones al respecto. El monopolio de la calificación está en manos de agencias americanas controladas por los grandes inversores americanos y sus informes benefician de modo abusivo a sus patrimonios. El mismo Díez señala: “Es una ironía que digan que las cosas van mal porque lo dice el mercado, cuando es el propio mercado el que toma sus decisiones en función de lo que dicen las agencias”. Es la pescadilla que se muerde la cola.

Muchas personas se indignaban porque el gobierno español no reconocía que estábamos entrando en un periodo de crisis. Es normal. El presidente del gobierno estaba intentando manipular el discurso siguiendo las reglas del juego. Su responsabilidad, en este contexto a mitad de camino entre una ruleta y un tablero de ajedrez, era velar por la confianza. Debía salir a los medios, sonreír y afirmar que nada está pasando. Los diversos representantes políticos del gobierno han seguido el mismo principio cada vez que algún elemento del panorama económico podría ser forzado como argumento de confianza, como la desaceleración en la bajada de los precios de la vivienda, la recuperación de los bancos más poderosos o los resultados positivos de la bolsa. El gobierno español admitió la palabra crisis tiempo después de que el nivel de manipulación hubiera superado el límite de la efectividad. En estos momentos, el ejecutivo se concentra en hablar más de confianza que de crisis. La oposición no jugaba en la misma dimensión. Si se hubiera aliado con el gobierno, habría aumentado la potencia manipuladora y mantenido la confianza más tiempo, incluyendo no sólo a los consumidores sino al resto de los agentes de los mercados, en diferente medida. Sin embargo, optó por la rentabilidad política que podría derivarse de una hecatombe económica.



La tasación es un arte de magia especulativa, donde los agentes deben ponerse más o menos de acuerdo en la cuantía del invento. Si la tasación se centrara en aspectos tangibles únicamente, como las dimensiones de la vivienda, el trabajo sería relativamente sencillo. Sin embargo, desde el momento en que el precio de las viviendas tenía ya poco que ver con el coste de los materiales o de la mano de obra y entraba de lleno en el mercado de la confianza, los tasadores se convirtieron, al mismo tiempo, en medidores y productores de precio, a las órdenes de las entidades bancarias que parieron a las entidades de tasación. Las agencias derating se han ocupado de cuantificar la confianza, como lo hacen los tasadores de viviendas. Pero, en esta ocasión, a lo grande. Las agencias de rating se encargan de medir la confianza de operaciones financieras, valores intercambiables en fondos de inversión, solvencia de deuda pública, etc. Han superado con creces la capacidad de inventiva de otros mecanismos económicos y se han dedicado a construir precios, contribuyendo decisivamente a la hecatombe hipotecaria. En su origen aparecieron como empresas especialistas en evaluar riesgos y valores intangibles en transacciones de todo tipo, sin que su trabajo llegara al gran público pero abriéndose un hueco cada vez más imprescindible en las decisiones financieras de las empresas. En la actualidad, además de una fuerte diversificación, han tomado un poder fundamental para la dinámica de los capitales financieros. Conscientes de su poder, estas agencias manipuladoras de volátiles intangibles, tienen una repercusión fundamental en la esfera pública. En el momento en que la burbuja hipotecaria se encontraba ascendiendo, estas agencias se dedicaban a dar el visto bueno a productos invendibles porque su papel etéreo consistía en poner un sello de confianza a transacciones que no deberían albergar ninguna confianza. Su comportamiento estaba justificado porque era lo que las entidades bancarias, relacionadas en cierta manera con las agencias de rating, necesitaban. Inventaron una criatura que debía repetir “¡adelante!”.Ahora, tras explotar la burbuja y demostrarse el juego, estas agencias, en lugar de venirse abajo, han reforzado su protagonismo en otro papel trascendente: evaluar la solvencia de los Estados en la emisión de deuda pública. Su comportamiento previo sería más que suficiente como para no creer más en ellas. Sin embargo, no obedecen a los Estados ni a los mercados, sino a las mismas entidades financieras que provocaron la catástrofe y que ahora les requieren para generar dudas de solvencia que permitan grandes beneficios en la financiación de la deuda.



Las agencias de rating constituyen un excelente ejemplo de manipulación de la confianza en un escenario que las entidades financieras han conseguido construir con un nivel de tolerancia a la manipulación asombrosamente alto. Los efectos de la confianza en los mercados van más allá de un lubricante para el flujo de transacciones. Constituye, entre otros efectos, una materia prima fundamental para el teorema de Thomas: “si la gente cree que algo es real, termina teniendo consecuencias reales”. El panorama descrito hasta este momento dibuja con facilidad un mapa decepcionante. Parecemos gotas de agua a merced de una corriente a la que es imposible controlar. Se podrían mencionar muchas cosas, muchas palancas para mover el mundo desde una perspectiva psicológica. Pero podemos partir de un concepto fundamental, no sólo porque puede definir bien el objetivo y la materia del trabajo psicológico, sino porque permite aunar esfuerzos con otras perspectivas del conocimiento: el bienestar.

Aunque nadie tiene la fórmula mágica, yo tengo mis propias ideas sobre quiénes aportan posibles soluciones al enorme embrollo en que nos encontramos inmersos. Uno de ellos es Joseph Eugene Stiglitz, que es un economista y profesor estadounidense que ha recibido el Premio Nobel de Economía de 2001. Es conocido por su visión crítica de la globalización, de los economistas de libre mercado, a quienes llama “fundamentalistas de libre mercado“, y de algunas de las instituciones internacionales de crédito, como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. En 2000 Stiglitz fundó la Iniciativa para el diálogo político, un centro de estudios (think tank) de desarrollo internacional con base en la Universidad de Columbia (EE. UU.). Es considerado generalmente como un economista neokeynesiano.



Joseph Stiglitz estuvo recientemente en España. En la calle (con el movimiento 15 M) y con los estamentos políticos. A los indignados les dijo que tienen razón, ya que hoy en día gobiernan el mundo las malas ideas. Que las recetas de los neoliberales son las que se imponen en la academia y en los despachos de los dirigentes políticos. Pero frente a las malas ideas no basta la protesta, ya que les dijo que hay que aportar buenas ideas. Los indignados le preguntaron cuáles son las buenas ideas alternativas a las que se están imponiendo y Stiglitz les dijo algunas que ya ha expresado en sus libros y sus artículos periodísticos o en revistas especializadas.

Básicamente sostiene Stiglitz que los gobiernos no deberían hacer caso de las agencias de calificación. Recuerda que estas agencias califican bonos pagados por los propios dueños de las agencias. También sostiene el Nobel de Economía 2001 que estas agencias que son escuchadas por los gobiernos son las mismas que habían dado la mejor nota a las hipotecas subprime de Estados Unidos horas antes de que estallara la burbuja financiera norteamericana. Sostiene Stiglitz que los gobiernos y el Banco Central Europeo están haciendo dejación de sus responsabilidades cuando tienen en cuenta las calificaciones que hacen agencias privadas. Dice el autor de “El malestar de la Globalización” que no se entiende la permanente insatisfacción de los mercados. Y recuerda que los inversores son jugadores en esta economía de casino y consideran que si especulan ponen a prueba a Europa y ganarán más dinero al final. La compra de credit default swaps (CDS) por bancos británicos y norteamericanos ha provocado un enriquecimiento de estas entidades financieras a costa de la crisis de la deuda de los estados europeos. Un credit default swap opermuta de incumplimiento crediticio es una operación financiera de cobertura de riesgos, incluida dentro de los derivados de crédito que se materializa mediante un contrato de swap sobre un determinado instrumento de crédito.



Sostiene Stiglitz que las recetas de los conservadores que hablan de bajar impuestos y recortar los gastos sociales nos llevarán al desastre. El exdirector del Banco Mundial considera que hay que usar las políticas fiscales para lograr la recuperación económica. Esas políticas pasan por subir impuestos a los que más ganan y bajarlo a las rentas más bajas. Desde el Estado también se puede estimular la economía apoyando a las empresas que crean empleo y retirando el respaldo a las que lo destruyen. Opina Stiglitz que aunque Alemania tiene un gobierno conservador ha podido salir antes de la crisis porque no ha destruido su sistema de protección social. El economista compara la reacción alemana con las políticas en Estados Unidos. Dice que hace cinco años que estalló la crisis en su país y como tienen un mercado laboral demasiado flexible el coste social de la crisis es mayor. El autor de “Los felices noventa” apunta que uno de cada seis norteamericanos aspira a tener un empleo a tiempo completo y no lo logra.

Sostiene Stiglitz que Europa debe construir un sistema fiscal unitario, que le permita pedir a un interés bajo como el que logra Estados Unidos (en torno al 1 %). Pero esto no interesa a lo que llamamos mercados, porque ganarían menos. Pero Joseph Stiglitz no es un revolucionario con planteamientos anticapitalistas. Si estuviera en esas posiciones no hubiera llegado a los mandos del Banco Mundial ni habría sido reconocido con el Premio Nobel. Stiglitz plantea unas recetas realmente socialdemócratas, que defienden el Estado social y de Derecho.Que recuerdan que, según las propias constituciones liberales, el papel del Estado es redistribuir la riqueza, y no socializar las pérdidas y privatizar los beneficios. Para los socialistas históricos, Joseph Stiglitz sería un liberal. Pero hoy vivimos esa paradoja. La gente del movimiento 15 M están en la calle para pedir al gobierno que aplique recetas socialdemócratas. Y en 2011, ante la dictadura de los especuladores que dirigen las políticas económicas, lo que sostienen Stiglitz y el 15 M, en este contexto histórico, puede considerarse una verdadera revolución.



Como hemos indicado que Joseph Stiglitz es un economista neokeynesiano, explicaremos algo sobre el Keynesianismo. Es una teoría económica basada en las ideas de John Maynard Keynes, tal y como plasmó en su libro “Teoría general sobre el empleo el interés y el dinero”, publicado en 1936 como respuesta a la Gran Depresión de 1929. La economía keynesiana se centró en el análisis de las causas y consecuencias de las variaciones de la demanda agregada y sus relaciones con el nivel de empleo y de ingresos. El interés final de Keynes fue poder dotar a unas instituciones nacionales o internacionales de poder para controlar la economía en las épocas de recesión o crisis. Este control se ejercía mediante el gasto presupuestario del Estado, política que se llamó política fiscal. La justificación económica para actuar de esta manera, parte sobre todo, del efecto multiplicador que se produce ante un incremento en la demanda agregada.

Keynes refutaba la teoría clásica de acuerdo a la cual la economía, regulada por sí sola, tiende automáticamente al pleno uso de los factores productivos o medios de producción, incluyendo el capital y trabajo. Keynes postuló que, en ciertas situaciones, y contrario a lo planteado por la visión clásica, es económicamente racional no gastar dinero. Por ejemplo, si los precios están bajando es racional no comprar hoy porque con el mismo dinero se comprará más la semana que viene. Por el mismo motivo, disminuye la cantidad de gente interesada en utilizar préstamos (los ahorros de otros): si los precios bajan, no solo se comprará más la semana que viene sino que las tasas de interés, sueldos, etc. serán menores. Igualmente, una baja del empleo o de los salarios -amenazando futuros ingresos- puede llevar a otra baja en la demanda, y por lo tanto a una baja en la producción, llevando a su vez a más desempleo. En una situación de competencia imperfecta, como lo es en realidad el sistema capitalista, sucede que las empresas pueden aumentar sus ingresos ya sea bajando precios a fin de producir y vender más o produciendo menos pero manteniendo o incluso incrementando los precios.



Si se incrementan los precios implica menos demanda, por lo que los recursos no son plenamente empleados. Esto explica perfectamente el gran desempleo observado en ciertas circunstancias, específicamente, durante la gran depresión del 29, al mismo tiempo que el mantenimiento o incluso incremento de la tasa de ganancia en algunas empresas en esos periodos. Así, sucede que la economía establece un punto de equilibrio nuevo donde convive perfectamente en una situación lejana de la utilización óptima de los medios de producción. Específicamente, durante la Gran Depresión de 1929, con una alta tasa de desempleo. Así pues, dado que la relación “ahorro igual a la inversión” no se establece solo o automáticamente a través de la acción del mercado y esa falla tiende a resultar en crisis, parecería conveniente encontrar alguna manera de armonizar esas variables. Keynes postula que la única fuerza capaz de hacer eso es el Estado.

Si la propensión a consumir es débil y las oportunidades de inversión no son atrayentes, una parte del ingreso que no se consume tampoco se invertirá y la demanda efectiva se reducirá, por lo que la economía se contraerá y el nivel de empleo descenderá. De manera que, como el ahorro y la inversión no siempre están en equilibrio, al Estado le corresponde actuar para asegurar el nivel de inversión necesario para multiplicar la actividad económica y garantizar el pleno empleo. En términos prácticos, y para contrarrestar la espiral negativa de la crisis del 29, Keynes proponía que en momentos de estancamiento económico, el Estado tiene la obligación de estimular la demanda con mayores gastos económicos, de manera que consideró la política fiscal como un instrumento decisivo.

Teóricamente, hay tres maneras que el Estado puede financiar esos gastos: Aumentando los impuestos; “Imprimiendo” más dinero (si tiene control sobre la moneda); y mediante el endeudamiento fiscal o uso del dinero que la población está ahorrando. Keynes basa sus sugerencias sobre un dinero con valor relativamente estable, por lo que no es partidario del incremento indiscriminado en su “impresión“. Aunque para Keynes el incremento de impuestos era legítimo si se orientaba al aumento de la inversión pública y de la demanda, consideraba mas apropiado financiar el incremento del gasto fiscal a través del endeudamiento, dedicando los impuestos recaudados al pago posterior de la deuda. El otro lado de esa política es que el Estado debe pagar esa deuda cuando sus ingresos aumenten, debido al incremento por ingresos de impuestos cuando eventualmente haya una expansión en la economía. En otras palabras, la propuesta de Keynes es que el Estado debe jugar en general un papel contra-cíclico en la economía: estimulando la demanda en momentos de recesión y restringiéndola en momentos de auge. De esta manera, los ciclos económicos se aminoran y no se transforman en crisis.



Dentro de la coyuntura histórica, económica y política, el keynesianismo, y sus proyectos consecuentes como el Estado de Bienestar y el desarrollismo, dio a los dirigentes mundiales la oportunidad de salvar la democracia, cuya existencia llegó a verse amenazada debido al auge de las dictaduras, producto de la incapacidad del liberalismo clásico de resolver la crisis. Debido a esta razón los principios del keynesianismo fueron aplicados de una u otra manera en gran parte de los Estados occidentales desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta que en los años 70 un nuevo tipo de crisis llevó a su cuestionamiento y al resurgimiento de aproximaciones clásicas bajo el neoliberalismo. Desde el punto de vista del propio Keynes, y a nivel de la Economía política, el punto central de su teoría se basa en una percepción derivada tanto de Marx como de Schumpeter. Ambos pensadores consideran que la crisis es, en el medio y largo plazo, una parte intrínseca del sistema capitalista y que, eventualmente, lo destruirán. Ambos pensadores permiten entonces a Keynes sugerir que el sistema clásico delineado por Adam Smith solo puede referirse a una etapa y momento específico en el cual el capitalismo se estaba desarrollando. Pero que, en general, ese desarrollo no puede existir sin la crisis y no puede dar prosperidad a unos si es que no se está explotando a otros.

Pero si aceptamos que las crisis son parte inherente del capitalismo, la eliminación de ellas demanda medidas que vayan más allá de este sistema. En palabras de Keynes: “solo el Estado puede restaurar los equilibrios fundamentales“. Y la participación del Estado implica un movimiento hacia el socialismo. El problema, al menos para algunos, es que por un lado él desea que esa transformación sea democrática y por el otro, cree que para eso se necesita un nivel de comprensión y control sobre la economía que en su tiempo no existía. El cambio del sistema de propiedad de los medios de producción no basta para resolver los problemas de la economía. Keynes dijo en 1926, como respuesta a la proposición de que lo que se necesitaba era la “insurrección proletaria“: “Nos hace falta, más que nunca, un esquema coherente… Todos los partidos políticos tienen sus orígenes en ideas del pasado, no en nuevas y ninguno más notoriamente como los de los marxistas. No es necesario debatir las sutilezas de lo que justificaría a un hombre promover su evangelio por la fuerza, porque nadie tiene ese evangelio. El próximo movimiento es con la cabeza, pero primero debemos esperar”.



La propuesta que Keynes eventualmente produjo es la eliminación del poder de la escasez del dinero, situación usada y exacerbada, en su opinión, por la acción de los especuladores, financistas o capitalistas a través de la acumulación que les permite demandar altas tasas de interés por su uso, lo que lleva, en su opinión, al “poder progresivamente opresor de los capitalistas para explotar el valor de la escasez del capital“. Esa eliminación se basa en dos medidas fundamentales: el abandono definitivo del oro como moneda y su reemplazo con el sistema de divisa moderna, que se podría llamar dinero fiduciario pero que puede ser vista como un paso hacia la concepción del dinero como unidad de cuenta. La otra medida complementaria fue poner el rol de emisor del dinero y control sobre la Tasa de interés en el Estado a través del banco central.

Estas propuestas fueron generalmente adoptadas a nivel mundial con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial a nivel de los países. Pero su corolario lógico, la adopción de un sistema monetario común independiente de los gobiernos individuales, no lo fue. El propio Keynes no ve esa propuesta de acción estatal, de utilización de los ahorros privados en beneficio común, como novedosa o extraordinaria en si misma. El solo propone utilizar esa aproximación más generalmente, ya que en el pasado la finanza ortodoxa ha considerado la guerra como la única excusa legítima de crear empleo a través del gasto gubernamental. En una carta abierta al Presidente Roosevelt, Keynes le dice: “Sr. Presidente, tiene libertad para utilizar en el interés de la paz y prosperidad esas técnicas que con anterioridad sólo se les ha permitido servir los propósitos de la guerra y la destrucción”.



La literatura económica neoclásica tradicional asume que los mercados son siempre eficientes excepto por algunas fallas limitadas y bien definidas. Los recientes estudios de Stiglitz y otros más revocan esa presunción: es solo bajo circunstancias excepcionales que los mercados son eficientes. Stiglitz muestra que “cuando los mercados están incompletos y/o la información es imperfecta (lo que ocurre prácticamente en todas las economías), incluso en un mercado competitivo, el reparto no es necesariamente eficiente”.En otras palabras, casi siempre existen esquemas de intervención gubernamental que pueden inducir resultados superiores, beneficiando a todos. Aunque estas conclusiones y la generalización de la existencia de fallas de mercado no garantiza que la intervención del Estado en cualquier economía sea necesariamente eficiente, deja claro que el rango “óptimo” de intervenciones gubernamentales recomendables es definitivamente mucho mayor que lo que la escuela tradicional reconoce.

El verdadero debate hoy en día gira en torno a encontrar el balance correcto entre el mercado y el gobierno. Ambos se considera que son necesarios. Cada uno puede complementar al otro. En una entrevista, Stiglitz explicó: ”Las teorías que desarrollamos explican por qué los mercados sin trabas, a menudo, no sólo no alcanzan justicia social, sino que ni siquiera producen resultados eficientes. Por determinados intereses aún no ha habido un desafío intelectual a la refutación de la mano invisible de Adam Smith: la mano invisible no guía ni a los individuos ni a las empresas -que buscan su propio interés- hacia la eficiencia económica“. Stiglitz se enmarca también entre aquellos economistas que critican la hegemonía del PIB entre los indicadores económicos: “…solo compensa a los gobiernos que aumentan la producción material. […]. No mide adecuadamente los cambios que afectan al bienestar, ni permite comparar correctamente el bienestar de diferentes países’[…] no toma en cuenta la degradación del medio ambiente ni la desaparición de los recursos naturales a la hora de cuantificar el crecimiento. […] esto es particularmente verdadero en Estados Unidos, donde el PIB ha aumentado más, pero en realidad gran número de personas no tienen la impresión de vivir mejor porque sufren la caída de sus ingreso”.



Entonces, ¿qué nos depara el futuro? ¿Qué alternativas tenemos? ¿Servirán de algo las medidas que están tomando los gobiernos? Una cosa está clara: mientras no se curen las causas de la crisis, ésta seguirá avanzando. Ahora ya han caído varios bancos y es muy posible que sigan cayendo muchos más, e incluso, después de ellos, se desplomen fondos de inversión y de pensiones. Los planes de gasto público pueden compensar parcialmente la pérdida de empleos, pero su coste, que recaerá sobre los más débiles y sobre las generaciones futuras, será inmenso si no se cura la infección. Y, mientras tanto, los bancos siguen sin abrir la financiación a empresas y particulares. Pero los gobiernos miran hacia otro lado y aplican rebajas fiscales a los banqueros y grandes propietarios. Es evidente que no se podrá salir de la crisis si no es con otro tipo de medidas.

¿Qué se puede hacer? Para hacer frente a la crisis hay que tomar medidas urgentes y directas para evitar la sangría que está provocando la falta de financiación. El problema es que no se trata solo de intervenir los bancos para enjugar sus pérdidas y luego devolverlos “limpios” a sus propietarios. Lo que ahora se pone de evidencia es el gran error de haber renunciado a la banca pública. Hay que reivindicarla. Pero la crisis también enseña que no basta con que haya bancos u organizaciones públicos de intervención. Lo público no es en sí mismo lo mejor. Lo que hay que lograr es que el imprescindible espacio financiero público responda a una lógica diferente a la del privado. Por ejemplo, las cajas de ahorros españolas se supone que son públicas, pero en su inmensa mayoría no han hecho sino clonar la experiencia y la lógica bancaria privada. No es eso lo que se necesita, sino una nueva lógica financiera internacional.



Si de verdad se quisiera atajar la crisis y los efectos destructivos que produce la especulación generalizada, habría que establecer una nueva lógica financiera al servicio del capital productivo, que evite la especulación y que esté bajo el directo control de la sociedad a través de organismos transparentes y democráticos. En segundo lugar, habría que aumentar urgentemente la cuantía de los planes de gasto público. Pero tampoco valdrá cualquier tipo de gasto. Es necesario que se trate de recursos orientados a transformar el modelo de crecimiento fortaleciendo la innovación social, la formación y la sostenibilidad. Estos fondos públicos deben estar a disposición preferente de las empresas que creen empleo y procurar que no sea inversión despilfarradora. Y para financiarlos, deben establecerse impuestos extraordinarios en todos los países sobre las grandes fortunas, sobre los movimientos especulativos y los beneficios extraordinarios. Pero en cualquier caso, la crisis no podrá resolverse con medidas a escala nacional, ya que entonces las inversiones si irían a otros países.

Es evidente que la crisis ha afectado a las bases esenciales de la economía capitalista y por ello es imprescindible modificar las bases del sistema económico y financiero actual. Desgraciadamente, sin estar ocupando puestos de responsabilidad pública, es muy fácil hacer proclamas radicales y decir que lo que hace falta es sustituir el capitalismo por el socialismo. Pero, además de que esa retórica quizá no la comparta sino una parte muy pequeña de la población, la cuestión consiste en crear las condiciones de concienciación y movilización social que obliguen a tomar medidas con otra orientación. En ese sentido, es en el que hay que poner sobre la mesa demandas sociales como las que vienen planteando algunos movimientos y organizaciones sociales, a saber: el control de las finanzas y del poder de los mercados mundiales. En primer lugar, hay que reformar el sector bancario y someterlo a mucho mayor control para garantizar que funcione únicamente supeditado a las necesidades de la economía real, garantizando la presencia, como se ha dicho, de espacios financieros públicos con la adecuada coordinación internacional.



También habría que regular los mercados financieros, haciendo absolutamente transparentes las transferencias y prohibiendo las especulaciones irracionales. Es verdad que una tasa como la que en su día propuso Tobin no afecta seguramente a la lógica central del sistema y que éste podría seguir funcionando incluso con ella. La tasa Tobin o ITF (Impuesto a las transacciones financieras) es una propuesta de impuesto sobre el flujo de capitales en el mundo sugerido a iniciativa del economista estadounidense James Tobin en el año 1971, quien recibió el Premio Nobel de Economía en 1981, cuya implantación está siendo considerada con motivo de la crisis económica actual. Los ingresos que produciría este impuesto podrían ser una importante fuente de financiación para combatir la pobreza en el mundo. Pero los liberales lo consideran una medida intervencionista especialmente perniciosa al obstaculizar el libre comercio, perjudicando según ellos a los países más pobres y presentando enormes dificultades de recaudación, gestión y utilización de los fondos.

Habría que establecer nuevas normas que regulen y disciplinen las actividades financieras y garanticen la financiación para la actividad productiva. Entre ellas, control de los movimientos de capital, eliminación total de los paraísos fiscales, establecimiento de Impuestos internacionales y creación de instituciones internacionales democráticas. Asimismo, hay que poner en cuestión el papel del dólar como moneda dominante en la economía mundial. La economía mundial no puede seguir funcionando sobre un principio que es intrínsecamente contraria a cualquier propósito de coordinación internacional y de democratización de las instituciones. Y aquí viene la parte más difícil de la solución: para poder aplicar todo esto, habría que crear o reinventar un nuevo organismo internacional plenamente democrático, no influido por los lobbies y los grupos de poder actuales, que sea el encargado de tomar las medidas acordadas.



Tal como hemos indicado anteriormente, lo que hay detrás de la crisis es la especulación financiera que ha llegado a ser gigantesca. Pero los capitales se han ido yendo a la esfera financiera especulativa porque allí tienen más rentabilidad relativa. Hay que evitar que la especulación sea más rentable que la actividad que crea riqueza. Para eso hay que penalizar la especulación y sus beneficios, y hacer que los mercados reales sean más dinámicos y rentables. Y para que esto último sea posible es necesario que haya mucha más demanda y mucha mayor capacidad de compra: para ello hay que subir los salarios reales, en lugar de bajarlos, como está sucediendo. De hecho, fue su caída en los últimos años lo que disminuyó la demanda, y con ella las ventas, la producción y la rentabilidad de la economía productiva. Pero las medidas y políticas necesarias no se podrán adoptar mientras que el poder esté en manos de los banqueros, de los grandes financieros y de los grandes propietarios. Para que haya una economía diferente es necesario que los ciudadanos tengan el suficiente poder para asegurar que sus preferencias, democráticamente expresadas, se conviertan en decisiones.

Lo que hoy día sucede es totalmente lo contrario. La crisis está mostrando el lado inmoral e inhumano de muchas actividades financieras y económicas. En nombre del beneficio se permite todo. Hay billones de euros para ayudar a los bancos y no para evitar que cada día mueran miles de personas de hambre. Las crisis seguirán produciéndose y con ellas el sufrimiento innecesario de millones de seres humanos si no logramos que lo inmoral sea inaceptable y si la ética del respeto a la vida y de la cooperación no se impone sobre la del beneficio. No sufrimos solo una crisis económica. No nos engañemos, es la crisis de un sistema social y económico, de nuestra civilización, de una humanidad que se ha pervertido a sí misma solo para que una minoría se harte de ganar dinero. Y, con un número importante de gente cuyo mayor objetivo es intentar formar parte de esta élite. Pero cambiar la situación actual, enfrentándose a los grandes poderes que controlan la economía global, además de cambiar la cultura económica de la gente, se me antoja una misión casi imposible. Y en este “casi” está la fórmula.





Antes se recomienda leer los artículos “Radiografía de la actual crisis mundial – antecedentes” y “Radiografía de la crisis mundial – algunas consideraciones



Texto extraido de Oldcivilizations's Blog