El Imperio Global
La Nueva Roma
El Gran Hermano Global
Presencia Mundial
El Dominio Invisible
Seguridad Preventiva
Resumiendo
Palabras Clave: Estados Unidos, Echelon, bases, defensa. Imperialismo.
1.- LA NUEVA ROMA:
En el nuevo y azaroso sistema internacional de la post guerra fría, los Estados Unidos de Norteamérica han emergido como la única hiperpotencia con una concentración de poder, en lo militar y en lo económico, sin igual en la historia. En un mundo globalizado donde las actividades comerciales y financieras, las comunicaciones y el conocimiento y hasta el delito cobran dimensiones mundiales, el poder de los imperios también se hace global.
En consecuencia, los Estados Unidos de Norteamérica se han transformado en el primer imperio global en la historia de la humanidad.
Por tratarse de un fenómeno sociopolítico nuevo parece conveniente realizar una breve descripción de la naturaleza de este nuevo tipo de imperio. Comenzaremos por señalar que el poderío del Imperio Americano es incluso superior al que en su momento detentaron otros imperios, como el de los Hausburgo, en tiempos de Carlos V -siglo XVI-, o el Imperio Británico en la era victoriana -siglo XIX-.
A la gran concentración de poder militar se suma otra circunstancia también sin precedentes en la historia. La capacidad de proyectarlo a cualquier punto del planeta. Con sólo el cinco por ciento de la población mundial, consume el 25 por ciento de producción mundial anual de petróleo, crea y consume el 30 por ciento del Producto Bruto Mundial.
El norteamericano medio consume unos 3.600 kilos de petróleo, 2.130 kilos de gas natural, 2.336 kilos de carbón y 0,04 kilos de uranio por año. Para proporcionar una idea aproximada de cuanta energía circula en la sociedad norteamericana cada día, el geólogo Walter Youngquist calcula la cantida de "personas potencia" adicional que tiene a su disposición cada individuo. Supone para comenzar que una "persona potencia" (PP) = 0,25 caballos potencia = 186 vatios = 635 Btu (British Termal Unit = 0,252 kilocalorías).
Según Youngquist tomando como referencia el consumo energético de los Estados Unidos en el año 2000 en términos del equivalente en personas potencia que se requeriría para proporcionar la misma cantidad de trabajo, harían falta casi tres veces más personas de las que existen actualmente en el mundo (es decir, 18.600 millones de personas). La dieta energética diaria del norteamericano medio es el equivalente a tener cincuenta y ocho esclavos energéticos trabajando sin cesar las veinticuatro horas del día.
Pero no sólo de energía es un gran consumidor el norteamericano medio sus necesidades de agua también son muy elevadas. Mientras que un habitante del Tercer Mundo debe arreglarse con un promedio de veinte litros diarios y un italiano recibe doscientos trece litros por día, el norteamericano medio consume más de seiscientos litros al día.
Los Estados Unidos efectúan más de la mitad de todos los gastos de defensa del mundo. El presupuesto del Pentágono –según cálculos de Paul Kennedy- supera los gastos de defensa del resto de los países juntos.
Este presupuesto alcanza aproximadamente a los 410.300 millones de dólares y significa una disponibilidad de 1.099 millones de dólares por día para gastos de seguridad, investigación y desarrollo de nuevas tecnologías, entre las que se destaca el programa de defensa misilístico por 9.100 millones de dólares. Esto implica que las inversiones de defensa de la principal superpotencia superan a los gastos efectuados por el resto del mundo, algo que nunca había ocurrido antes.
Estados Unidos domina también el mercado internacional de armas. Es líder mundial en exportaciones y en producción de material bélico. Más del cuarenta por ciento de las cien mayores empresas de defensa del mundo son norteamericanas. Cuatro de las cinco empresas principales del mundo –Lockheed, Martín, Boeing, Northrop Grumman y Raytheon- son de esa nacionalidad. Estados Unidos fue el primer proveedor de armas convencionales del mundo de 1996 a 2003, con envíos por valor de 151.900 millones de dólares totales y una media anual de 1.900 millones.
Estados Unidos es también el mayor exportador de armas pequeñas, armas ligeras y munición del mundo. En 2001, sus exportaciones en este rumbo fueron por un valor de 741 millones de dólares. Los productos exportados fueron principalmente armas pequeñas y ligeras militares, munición para armas pequeñas, pistolas, revólveres y fusiles deportivos y de caza.
Es cierto que en el Imperio Español del siglo XVI no se ponía el sol, pero la Casa de Austria nunca tuvo un efectivo control de sus posesiones en América o el Pacífico Sur. Finalmente, los españoles fueron incapaces de impedir la apropiación de sus territorios americanos por parte de los ingleses, franceses, holandeses o portugueses.
Es cierto que la Gran Bretaña reino sobre las olas de los océanos en los siglo XVIII y XIX , pero como potencia marítima fue incapaz de defender con eficacia sus intereses cuando estos se situaban en el corazón de las masas continentales. Cuando potencias continentales –como Francia o Alemania- desafiaron su hegemonía, los británicos debieron recurrir a la formación de alianzas militares para neutralizarlos. Precisamente, Gran Bretaña creó la estrategia del balance de poder para compensar sus falencias como potencia hegemónica.
Los Estados Unidos por el contrario han desarrollado su poderío hasta un punto tal que pueden enfrentar a cualquier estado de la Tierra por sí sólo con la casi certeza de que se impondrán en la contienda.
No sólo tienen la capacidad militar para controlar las masas continentales y los océanos. También es capaz de controlar los fondos marinos incluso situados por debajo de los hielos del Ártico.
Sus satélites militares no sólo son capaces de controlar desde el espacio el desplazamiento de personas y vehículos en cualquier punto del mundo. También predicen el clima, estiman la producción agrícola de otros países y controlan las actividades nucleares de otros estados. Estos satélites estadounidenses son capaces incluso de abatir blancos en el espacio, tales como otros satélites o proyectiles balísticos.
2. EL GRAN HERMANO GLOBAL
Para controlar las comunicaciones mundiales los Estados Unidos se valen de la denominada Red Echelon -término en inglés que significa "escalón"- más conocida como "la gran oreja". Esta Red esta conformada por un entramado de antenas, estaciones de escucha, radares y satélites, apoyados por submarinos y aviones de inteligencia, unidos todos esos elementos a través de bases terrestres, y cuyo objetivo declarado es controlar las comunicaciones mundiales para luchar contra el terrorismo y el crimen organizado transnacional. Entre las comunicaciones vigiladas se encuentran correos electrónicos, faxes, comunicaciones por cable, satelitales, conversaciones telefónicas nacionales, etc.
Los orígenes de la "Red Echelón" se remonta al final de la Segunda Guerra Mundial, cuando Estados Unidos y Gran Bretaña crearon un sistema conjunto de sigint denominado "UKUSA", término resultante de la unión de las siglas "UK" –United Kingdom- y USA –United States of America-. A este entramado se le fueron uniendo países como Canadá, Australia y Nueva Zelanda. En menor medida, también participaron Francia y Alemania aunque poco después se distanciaron del proyecto.
El nacimiento en concreto de la "Red Echelon" como tal, se produjo recién en 1977, cuando satélites de inteligencia y estaciones de escucha fueron capaces de interceptar los satélites de comunicaciones de las redes satelitales "Inmarsat" –conjunto de estaciones costeras, estaciones móviles y nueve satélites destinados a la comunicación entre embarcaciones y otro tipo de vehículos- e "Intelsat" –red de satélites de comunicación telefónica mundial, compuesta actualmente por 25 satélites-.
El sistema de inteligencia sobre las comunicaciones –sigint- se basa en la escucha de las comunicaciones por medio de "sniffers" y su posterior filtrado. Este proceso se centra en la identificación de palabras clave previamente fijadas en inmensos diccionarios. Estas palabras pueden pertenecer tanto a textos como a voces reales y ser pronunciadas y /o escritas en varios idiomas –inglés, castellano, francés, chino, japonés, etc.- El sistema informático posee por lo tanto potentes "olfateadores" y programas de reconocimiento de voz. Se estima que puede analizar 2.000 millones de mensajes en una hora.
Primeramente se definen las palabras clave, como por ejemplo bomba, Busch, atentado, droga, Osama Bin Laden, Fidel Castro, etc. Siempre definidas en varios idiomas. Se pasa entonces a analizar las comunicaciones mundiales. Se estima que el poder de captación alcanza al 90% de las mismas, si bien se cree que este porcentaje sólo afecta a las comunicaciones de internet. Considerando que casi todas las comunicaciones vía internet mundiales, independientemente de dónde se produzcan, pasan por nodos de comunicación de los Estados Unidos y por nueve puntos de control de la National Security Agency.
En el momento en que se detecta una comunicación conteniendo o bien palabras clave o bien ciertas combinaciones de ellas (por ejemplo: "bomba", "gobierno", "atentado", en el mismo mensaje), el sistema informático comienza a ser monitoreado y grabado. Esta comunicación es entonces clasificada y enviada a distintos centros de análisis. Dependiendo del origen y fecha de la comunicación es clasificada utilizando un número codificado. Se transcribe, descifra, traduce y guarda entonces como un informe más o menos extenso.
Estos informes reciben un código dependiendo del grado de secreto otorgado al mismo: "Morai" equivale a secreto. Después le siguen los códigos "Spoke" –más secreto-. "Umbra" –alto secreto-, "Gamma" –comunicaciones rusas- o "Druid" –destinado a países no miembros de la red.
Después se asigna otro código más relacionado con cada una de las agencias de seguridad dependiendo de a que organismo es reenviado el informe a través del sistema central de la red UKUSA, denominado "Platform".
Si se evalúa que es una transmisión potencialmente peligrosa para los intereses de los estados que componen la Red Echelon los participantes de esa comunicación pasarán a constituir un posible blanco de inteligencia y sus comunicaciones y acciones son controladas a partir de entonces, en mayor o menor medida, dependiendo de distintas consideraciones que los responsables crean oportunas.
Muchos gobiernos, organizaciones y personas sospechan que la Red Echelon proporciona también información económica que es aprovechada por las empresas estadounidenses para aventajar a sus eventuales rivales en las transacciones financieras.
Esta capacidad convierte al gobierno de los Estados Unidos en una suerte de gran hermano orweliano que controla la vida y las opiniones de todo tipo de personas a lo largo del mundo. Tamaño poder sin duda habría hecho las delicias de los grandes tiranos del pasado, en especial Adolfo Hitler y José Stalin.
3. PRESENCIA MUNDIAL
Este gran poder de observación se potencia con un amplia despliegue de medios militares por todo el mundo. El personal militar norteamericano está presente en 135 estados de los casi 190 que forman la ONU. Esto significa que las tropas norteamericanas se encuentran presentes en el 70% de los países del mundo. El número de miembros de las fuerzas armadas estadounidenses destacados en cada país donde no tiene lugar un conflicto militar va desde uno en Malawi hasta 74.796 en Alemania.
Conforme el anuario del Departamento de Defensa "Base Structure Report", correspondiente al año 2003, que detalla el patrimonio inmobiliario de las fuerzas armadas de los Estados Unidos, el Pentágono tiene en propiedad o alquiler 702 bases situadas en 130 países. Estas instalaciones albergan a 253.288 efectivos militares y un número similar de funcionarios civiles del Departamento de Defensa, contratistas de empresas de servicios militares –es decir, mercenarios- familiares y hasta 44.446 extranjeros contratados en su mayoría ciudadanos de los países donde se asientan estas bases.
No obstante, lo impresionante de estas cifras, las mismas parecen haber sido manipuladas para disminuir su impacto. Por ejemplo, el documento sólo dedica un punto a las diez instalaciones del Cuerpo de Infantería en la isla de Okinawa, Japón, incluyendo la base aérea de la Infantería de Marina de Futenma que ocupa 120.000 m2. Tampoco se consigna en el informe la red de unidades de inteligencia y otras instalaciones militares que los EE. UU. poseen en el Reino Unido, posiblemente porque técnicamente se los considera como pertenecientes a la Real Fuerza Aérea Británica. Existen otros muchos ejemplos de instalaciones militares que han sido omitidas del informe elaborado por el Departamento de Defensa. Esto permite suponer que el número real de instalaciones militares estadounidenses en el mundo se aproxima al millar.
4. EL DOMINIO INVISIBLE
Al abrumador poderío militar que revelan las cifras precedentes, a la capacidad de vigilar y controlar territorios y hasta la vida privada de quienes los habitan los Estados Unidos suman otro potencial. Tal como señala James Petras: "Los Estados Unidos todavía marchan al frente en el porcentaje de corporaciones multinacionales entre las 500 más importantes, (casi el 50 por ciento) si se compara con Europa, Asia y el resto del mundo; en varios sectores importantes como la tecnología de la información, finanzas y la aeronáutica, Estados Unidos es la potencia dominante.
Estados Unidos es líder mundial en materia de inversiones en el campo de la investigación y desarrollo y ocupa un lugar cimero en el crecimiento de la productividad".
En la mayoría de las ocasiones el poderío americano, en el campo económico y científico tecnológico, se ejerce por medios sutiles, casi imperceptibles, pero no por ello menos eficientes. Por la naturaleza casi invisible en que este poder es ejercido parece importante señalar algunos ejemplos.
En el ámbito económico, por caso, la opinión de Washington es tomada muy en consideración por los organismos financieros internacionales al momento de otorgar nuevos créditos o llevar a cabo cualquier tipo de negociaciones con un país.
El gobierno americano influye también sobre el monto y el destino de las inversiones que realizan las empresas de esa nacionalidad. Recordemos que esas empresas y bancos suelen ser las mayores en cada rubro en el mundo. A comienzos de la década de 1990, por ejemplo, el presidente George Bus, alegando cuestiones de preservación de la naturaleza, convenció al gobierno de Japón de no financiar la construcción de una ruta, a través de la Amazonia, uniendo el Brasil al Perú, de gran importancia por unir la región al Océano Pacífico.
El gobierno norteamericano también orienta la actividad de las grandes agencias internacionales de información. Las agencias noticiosas o bien son de capital norteamericano o su propiedad pertenece a países estrechamente aliados a Washington. En esta forma la Casa Blanca puede ejercer su influencia para dar mayor cobertura a los problemas que enfrenta un gobierno desafecto a los Estados Unidos o para que se disimulen la falta de democracia y hasta las flagrantes violaciones a los derechos humanos cometidos por un gobierno amigo.
Es más, suele ser la prensa norteamericana y las organizaciones de derechos humanos con sede en ese país quienes realizan una suerte de "control de calidad" de la democracia, los derechos humanos y la corrupción en todo el mundo.
Desde las cadenas televisivas y las empresas cinematográficas norteamericanas llegan a la psiquis de los espectadores de todo el mundo los sutiles –o no tan sutiles- mensajes propagandísticos de apoyo a las políticas norteamericanas. Hollywood siempre ha traducido la política exterior americana en una suerte de lucha del bien contra el mal.
El héroe americano –desde John Wayne a Sylvester Stallone-, respondió a arquetipos bien definidos. Podía ser un audaz cowboy luchando por llevar el progreso al salvaje Oeste, Rambo luchando por la democracia en Vietnam o junto a sus aliados afganos, o el agente de la CIA Jack Ryan enfrenando a terroristas y narcotraficantes para salvar el estilo de vida americano, la democracia y porqué no al mundo entero.
Pero más interesantes que los héroes de historieta que muestra la cinematografía americana son los villanos. Los malos cambian de acuerdo a las necesidades del momento. En tiempos de la Segunda Guerra Mundial fueron los nazis y los japoneses. Luego vinieron tenebrosos orientales: crueles coreanos y vietnamitas. El tiempos de la Guerra Fría eran los pérfidos espías soviéticos y centro europeos. Con el fin de la Guerra Fría los villanos pasaron a ser narcotraficantes y los estrafalarios dictadores latinoamericanos. Hoy están de moda como "malos" los fanáticos terroristas islámicos.
Es indudable que los norteamericanos cumplieron un papel destacadísimo en el desarrollo del cine y la televisión. Convirtiendo a este arte en la expresión cultural más original del siglo XX. Paralelamente han sabido reconocer y aprovechar su versatilidad como instrumento político. A través del cine y la televisión el ideal de vida norteamericano, sus valores e instituciones se convirtieron en modelo a imitar por las sociedades de todo el mundo. Es lógico que una industria cultural capaz de provocar tal impacto sobre su auditorio despertara la tentación de realizar un aprovechamiento político de la misma.
Sin embargo, el mayor poderío de los Estados Unidos se revela en el campo científico – tecnológico. El gobierno norteamericano decide que países pueden recibir que tipo de tecnología. En el mundo global un país privado de tecnología de punta jamás podrá aspirar a posiciones protagónicas. Recordemos la importancia vital que el "bloque tecnológico" tuvo en la declinación de la Unión Soviética y finalmente en su derrota durante la Guerra Fría.
Además, como las patentes tecnológicas y los productos norteamericanos son componentes vitales como productos finales fabricados y vendidos por empresas de otra nacionalidad el poder de veto de Washington, a través del US International Traffic in Arms Regulations, se amplia considerablemente. Veamos un ejemplo: En 2005, el gobierno venezolano del presidente Hugo Chávez adquirió a la firma española de defensa EADS CASA diez aviones C-295.
Pero, como los aparatos empleaban radares, sistemas ópticos y otros componentes que figuraban en la lista de elementos controlados por el gobierno estadounidense trató de trabar la transacción.
EADS CASA compró esos elementos a empresas de los Estados Unidos bajo la condición de que todos los productos finales que contuvieran estos elementos no podían ser vendidos a terceros países sin el permiso previo de Washington.
En otros casos, el control que el gobierno norteamericano tiene sobre la tecnología y las empresas que la producen le permite obtener ventajas considerables para asegurarse que esos productos no puedan ser empleados para perjudicar de alguna forma los intereses de seguridad o comerciales del país o incluso para que eventualmente no beneficien a potenciales rivales comerciales.
Como ejemplo podemos citar los acuerdos establecidos entre el gobierno norteamericano y las empresas fabricantes de impresoras láser. Según ha denunciado la Electronic Frontier Foundation, las impresoras láser de marcas tan conocidas como Xerox, Canon, Tektronix, Ricoh, Lexmark, Kyocera, Lanier, Konica, Minolta, HP, Color LaserJet, Epson y Brother estapan unos códigos de identificación sobre todos los documentos que imprimen, y esos códigos pueden ser leídos por los organismos de inteligencia de los Estados Unidos.
El acuerdo está basado en la necesidad de controlar la actividad de los falsificadores de moneda. Los códigos se imprimen en cada página y consisten en unos puntos microscópicos de color amarillo colocados en un orden determinado. Son visibles sólo por medio de un microscopio y con luz ultravioleta. En la copia queda estampada la fecha y la hora en que ha sido empleada la impresora, así como el número de serie de aparato.
Las autoridades estadounidenses han afirmado reiteradamente que los datos son únicamente empleados en la lucha contra el crimen organizado pero no puede descartarse su empleo en otros campos vinculados con la seguridad nacional del país.
Los mismo ocurre con otros equipos computarizados altamente sofisticados que emiten señales imperceptibles pero que pueden ser rastreados por los satélites de vigilancia norteamericanos permitiendo determinar su ubicación y el de las instalaciones que los contienen. Información de este tipo fue de gran utilidad durante la Operación Tormenta del Desierto y en la Guerra de Irak para determinar la ubicación y neutralización de los puestos de comando y control de iraquíes.
Para ser justos debemos señalar que procedimientos similares son empleados por todos los países industrializados. Los proveedores de tecnología –en especial de tecnologías de uso militar- suelen obtener ventajas estratégicas de sus transacciones comerciales que utilizan conforme sus intereses en el campo de la seguridad y la política internacional se lo requieren. Francia, por ejemplo, suministro al Reino Unido los códigos secretos que permitían dejar sordos y ciegos a los misiles Exocet que la Argentina había adquirido para su defensa.
La información fue entregada a requerimiento del gobierno británico, en 1982, durante el Conflicto de las Islas Malvinas, después de que uno de estos misiles disparado por un avión Super Etendard hundiera el buque inglés HMS Sheffield.
Este ejemplo, revela como los estados proveedores de armas sofisticadas pueden inutilizarlas –y de hecho lo hacen- o entregar a sus aliados los medios para hacerlo conforme se los demanden defraudando la buena de fe de sus compradores y afectando a su seguridad.
Por último, debe consignarse que el gran poderío que ejercen en forma manifiesta y encubierta los Estados Unidos se revela en su escaso acatamiento del a las principales convenciones internacionales. Estados Unidos se ha negado a suscribir tratados como la "Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, aprobada el 10/12/1982, suscripta por 149 estados y considerada internacionalmente como la "constitución del mar".
También se opone a la "Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático", de 1992, al Tratado sobre Prohibición de Minas Terrestres, al Tratado para la Prohibición Completa de Ensayos Nucleares, ha bloqueado los esfuerzos internacionales para prohibir los ataques biológicos y a la militarización del espacio exterior, y se opone a la creación de la Corte Internacional Penal Permanente, etc.
5. SEGURIDAD PREVENTIVA
Al menos en teoría, el nuevo despliegue norteamericano, basado en la Doctrina de Seguridad Preventiva, se fundamenta en la necesidad de combatir el terrorismo internacional, la proliferación de armas de destrucción masiva, el narcotráfico, el crimen organizado y para asegurar el cumplimiento de las cláusulas de propiedad intelectual de la Organización Mundial de Comercio
Por lo tanto, ha desaparecido toda posibilidad del balance estratégico que caracterizó el período anterior, sin haber sido reemplazado aún por otro mecanismo.
El predominio estratégico de los Estados Unidos se hizo más evidente a partir de los cambios en la política de defensa y seguridad norteamericana tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. A partir de ese momento, los Estados Unidos han redefinido sus intereses vitales haciendo depender su seguridad nacional de la seguridad y estabilidad del sistema internacional.
En octubre de 2002, el documento denominado "The National Security of the United States of America" dado a conocer por la Administración Bush, acentuó la predisposición de los Estados Unidos para el empleo de su potencial militar en forma unilateral y aún de modo preventivo.
La doctrina de la "seguridad preventiva" marca una transformación fundamental en los preceptos de seguridad que han orientado la política exterior de los Estados Unidos a lo largo del siglo XX.
A partir de esta nueva doctrina, los Estados Unidos abandonan la tradición de actuar en los grandes conflictos bélicos como líderes de coaliciones multinacionales. Ésta fue la forma en que los americanos se involucraron en la Primera y Segunda Guerra Mundial y, en menor medida, en los conflictos de Corea (1950 – 1953) y Vietnam (1965 – 1975) y en la más reciente "Guerra del Golfo" (1991).
Norteamérica ha alcanzado tal estructura estratégica que sus planificadores militares se consideran en capacidad de enfrentar en forma simultánea hasta cinco conflictos de similar envergadura que la "Operación Tormenta del Desierto".
Otro importante cambio en la política de defensa y seguridad es el anuncio de que "Estados Unidos actuará contra las amenazas emergentes antes de que ellas estén completamente formadas" y que "en el nuevo mundo que hemos entrado el único camino para la paz y la seguridad es el camino de acción" –a diferencia del camino anterior basado en la disuasión-.
El aspecto medular de la nueva política estadounidense radica en la acción preventiva de destruir las amenazas "antes de que alcancen nuestras fronteras". Estados Unidos no dudará en actuar sólo si lo considera necesario en el ejercicio de su autodefensa. Así abandona también la tradición de actuar sólo después de ser atacado.
En 1898, la voladura del acorazado "Maine" –y la muerte de 400 marinos norteamericanos- fondeado en la bahía de La Habana brindó el pretexto para la intervención norteamericana en la Guerra de Cuba.
En abril de 1917, el presidente Wilson no se dejó tentar por la provocación que significaba la declaración alemana de "guerra submarina a ultranza" y el imprudente "telegrama Zimmermann" para introducir a los Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial. El presidente aguardó al "incidente manifiesto" provocado por los submarinos alemanes al hundir cuatro buques norteamericanos, con la consiguiente perdida de vida de sus tripulantes, antes de declarar la guerra a las potencias centrales.
En la misma forma procedió el presidente Franklin D. Roosevelt. Hasta 1941, los Estados Unidos y las Indias Orientales Holandesas –actualmente Indonesia- eran los principales proveedores de petróleo que tenía Japón. Cuando el gobierno japonés invadió el dur de Indochina en julio de 1941, Gran Bretaña, las Indias Holandesas y Estados Unidos decretaron inmediatamente un embargo sobre las exportaciones de petróleo a la Isla. Con las reservas de petróleo próximas a agotarse, Japón tomó la decisión de lanzar un ataque sorpresa sobre la base naval norteamericana de Pearl Harbour, en diciembre de ese año. Así el presidente norteamericano encontró la justificación perfecta para movilizar a la opinión pública de su país a intervenir en la Segunda Guerra Mundial.
Harry Truman, en 1950, esperó a que las tropas de Pyong Yang cruzaran el paralelo 38 para lanzar a las tropas norteamericanas a "contener" el avance comunista en Corea. Incluso en Vietnam, el presidente Johnson dudó en involucrar directamente a las fuerzas norteamericanas hasta el incidente de la Bahía de Tonkin en agosto de 1964. Más recientemente, el presidente George Bush decidió atacar a Irak sólo después de que Saddam Hussein invadió al emirato de Kuwait en 1990. Incluso la lucha abierta contra el terrorismo y la invasión de Afganistán para destruir las bases de Al Qaeda, son una respuesta a los atentados del 11 de septiembre de 2001.
Al proceder en esta forma los gobiernos estadounidenses han despertado muchas críticas y aún sospechas. Aquellos partidarios de interpretar a la historia como producto de oscuras maquinaciones y perversas conspiraciones. Por ejemplo, sostienen que estos hechos constituyen una evidencia de la actividad conspirativa de los grandes capitales norteamericanos.
Para los partidarios de la "teoría conspirativa de la historia" los verdaderos dueños del poder económico y político en los Estados Unidos apelan a estos procedimientos para involucrar al pueblo norteamericano en conflictos bélicos que sirven principalmente a sus intereses particulares y corporativos.
Por lo tanto, no dudan en afirmar, como lo hace Michael Moore en Fahrenheit 09/11, que los atentados al World Trade Center y al Pentágono constituyeron la justificación perfecta para que la Administración Bush desatara una campaña militar en Medio Oriente, bajo la argumentación de la "guerra contra el terrorismo". La presencia militar estadounidense en el mundo árabe le permite controlar el sesenta y dos por ciento de las reservas petroleras del mundo.
No obstante, la "doctrina de la retaliación" parece ser algo del pasado. La capacidad militar y de influencia de los Estados Unidos se han incrementado tan desmesuradamente que ha "desbalanceado" al sistema internacional. Washington cada día depende menos de justificaciones morales o del conjunto internacional para involucrarse en conflictos bélicos. Su seguridad ha dejado de depender de la conformación de grandes coaliciones interestatales para alcanzar sus objetivos.
En la era global los Estados Unidos tienen mayor poder y mayor autonomía. En consecuencia, la Casa Blanca puede encarar en forma unilateral la resolución de los conflictos por los medios que estime como más eficaces.
Esta combinación de "unilateralismo" y "acción preventiva" no puede dejar de despertar en los pueblos del tercer mundo el temor de un resurgir de la política "del big stick" cuando el presidente Thedy Roosevelt defendía los intereses norteamericanos enviando cañoneras y "marines" para sancionar a cualquier gobierno que pretendía defender sus economías del atropello imperial. Ayer -como hoy-, "la política de las cañoneras" se llevaba a cabo sin ninguna consideración por el derecho internacional y los derechos humanos de las poblaciones que recibían en forma directa los efectos de la violencia imperialista. Así lo confirma Natalio R. Botana cuando afirma: "la guerra preventiva es entonces un instrumento propio de superpotencias solitarias o de dirigentes que no han abandonado el designio de actuar en el mundo con reflejos imperiales".
La política de la acción preventiva ha recibido fuertes críticas incluso en los Estados Unidos. El ex candidato presidencial demócrata y ex vicepresidente de los Estados Unidos, Al Gore, señaló que esta doctrina es contraria al artículo 51 de la carta de las Naciones Unidas y alertó sobre el efecto de demostración e imitación que puede producir esta doctrina.
"Si otras naciones –dijo Gore- hacen valer el mismo derecho, entonces las reglas del derecho rápidamente serán reemplazadas por el reinado del miedo. Cualquier nación que perciba circunstancias que pueden eventualmente llevar a una amenaza inminente podría justificar bajo esta aproximación una acción militar contra la nación". En consecuencia, la aplicación de la misma doctrina por otras naciones para resolver sus conflictos, como por ejemplo India con relación a Pakistán o China con relación a Taiwán podría conducir directamente a la destrucción del sistema internacional.
Se observa ahora una situación de poder general difuso, el cual es ejercido en forma hegemónica por los Estados Unidos pero al cual resisten, en forma más o menos ostensible, múltiples actores regionales actuando en diversos campos y operando con múltiples atributos.
Esta situación ha introducido un fuerte ingrediente de incertidumbre en la evolución de los asuntos mundiales, debido al cual es difícil anticipar estratégicamente tanto los acontecimientos como sus consecuencias, generando así condiciones contextuales más riesgosas y menos previsibles.
Es cierto también que, al menos hasta el momento, los Estados Unidos han empleado su inmenso poder militar con gran prudencia. Aunque difícilmente esta apreciación sea compartida por los vietnamitas, afganos o iraquíes, lo cierto es que los líderes estadounidenses ha intentado reducir las ocasiones en que impone sus intereses nacionales a otros pueblos por medios militares.
En este sentido es bueno recordar las palabras de un líder conservador inglés, reflexionando hace medio siglo sobre el monopolio nuclear en manos de los Estados Unidos. Decía en ese entonces Winston Churchill: "Nadie, en ningún país, ha perdido el sueño debido a que ese conocimiento –el de la bomba atómica- y el método y las materias primas para aplicarlo estuvieran actualmente en manos americanas".
"No creo que hubiéramos dormido tranquilos, si la situación hubiera sido al revés y algún estado comunista o neocomunista hubiese monopolizado estos aterrorizantes instrumentos".
Es difícil creer o afirmar que el mundo es un lugar mejor o más pacífico porque los Estados Unidos han alcanzado un abrumador poderío militar.
Pero lo que si resulta indudable es que el mundo sería un ámbito mucho más inseguro, inestable e injusto si este apabullante poderío militar estuviera en manos de gobiernos totalitarios que se guiaran por el mesianismo racista, religiosos o ideológico o por el oportunismo propio de la demagogia populista.
De allí el temor que en muchos despiertan las declaraciones de los líderes norteamericanos cuando asimilan a los conflictos de intereses que mantienen con otros gobierno como una contienda entre el bien y el mal. Este tipo de comparaciones terminan pro conducir a una suerte de demonización del adversario. Si un gobierno o un dirigente es la encarnación de el mal sobre la tierra cualquier tipo de medida que se adopte contra él estará justificada. Por otra parte con el mal no se discute, negocia o acuerda. El mal sólo puede ser erradicado de la faz de la tierra.
En el pasado cada vez que una nación acumulaba un poderío considerablemente superior al de otras naciones inmediatamente lo utilizaba para construir un vasto imperio colonial. Esta no ha ocurrido con los Estados Unidos
Si bien la hegemonía norteamericana en los ámbitos políticos, económicos, científicos tecnológicos y culturales son evidentes. Por más que algunos señalen que, en el caso norteamericano, la antigua dominación militar y la apropiación territorial han sido reemplazados por influencias y presiones políticas, comerciales o financieras. Lo cierto es que por muy humillantes y molestas que puedan resultar las imposiciones de Washington en estos campos son siempre preferibles a la dominación militar.
Podríamos decir, con mucha prudencia, que proporcionalmente a su poderío el Imperio Americano ha sido menos dominante y avasallante que otros imperios que ha conocido la humanidad. Pero una constante histórica señala que los imperios tarde o temprano terminan por imponer su poderío y su cultura atropellando los derechos, la libertad y la cultura de los pueblos más débiles.
Precisamente, el desafío que la aparición del Imperio Americano plantea al sistema internacional no consiste en que este se encuentre inspirado por peligrosas ideologías o creencias religiosas o raciales. La irrupción del Imperio Americano entraña riesgos no tanto por su naturaleza política sino por sus dimensiones. Al tratarse del primer imperio global de la historia, su sola presencia y la amplitud de sus intereses no pueden dejar de afectar de alguna manera a la totalidad de los actores estatales.
Por marginal que sea la posición geohistórica de un Estado no podrá escapar a la influencia de los Estados Unidos. Seguramente tendrá algún recurso estratégico de interés para la economía norteamericana, o revestirá algún interés estratégico, turístico, ecológico, cultural o humanitario. Casi con certeza habrá ciudadanos estadounidenses interesados en conocer a ese país o nacionales de ese Estado deseosos de visitar o radicarse en el territorio estadounidense. Siempre habrá algún tema factible de generar algún tipo de disenso: alguna patente perteneciente a empresas americanas, la actividad de algún grupo considerado peligroso por Washington o su gobierno aplicará en el marco interno políticas que a criterio de Estados Unidos impliquen violaciones a los derechos humanos o estará interesado en adquirir algún tipo de armamento que el gobierno americano considere potencialmente peligroso para su interpretación de la paz mundial, etc.
Aún cuando los Estados Unidos tengan el firme propósito de no intervenir en los asuntos internos de otros países, la globalización y la proyección de sus intereses en el mundo lo obligan a hacerlo.
6. Resumiendo
En una era de globalización la potencia rectora del momento se constituye –aún contra su voluntad- en un Imperio Global. Este es el rol que le ha tocado en suerte desempeñar a los Estados Unidos en la actual coyuntura histórica.
El Imperio Global no puede evitar tener intereses también globales, especialmente en el ámbito de la seguridad. Los intereses del Imperio Global son tan amplios que suelen entrar en colisión con los intereses de múltiples actores nacionales, regionales u organizacionales generando tensiones que afectan al sistema internacional en su totalidad.
Estas tensiones no se originan por la implementación de una política determinada o por la naturaleza ideológica del Imperio Global sino especialmente por sus dimensiones. Un Estado cuyos intereses abarquen la casi totalidad del planeta siempre despertará la oposición y hasta la hostilidad de otros actores internacionales sean estos tanto gubernamentales como no gubernamentales. Muchas de estas tensiones no podrán ser resueltas por vía de las negociaciones y el consenso. Por lo tanto terminarán involucrando el empleo de alguna forma de presión, disuasión o incluso del instrumento militar.
No obstante, no parece posible que, al menos durante las próximas dos décadas, ningún Estado o coalición de Estados sea capaz de desafiar con éxito el predominio norteamericano, tanto en el campo militar, económico o científico – tecnológico.
En consecuencia el principal desafío que la existencia de un Imperio Global plantea al sistema internacional es la existencia de un actor cuyos intereses afectarán –en mayor o menor medida- a todos los otros actores del sistema.
Por
ADALBERTO C. AGOZINO.
Doctor en Ciencia Política. Profesor titular de la Cátedra de Seguridad en el Curso de Estado Mayor de la Escuela Superior de Gendarmería Nacional de Argentina. Director del Curso de Postgrado en Investigación del Crimen Organizado en el Instituto Universitario de la Policía Federal Argentina. Su último libro publicado es "Megatendencias en Seguridad Internacional". Ed. Abaco. Bs. As. 2005.